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Cómo funcionaría una de las vacunas argentinas contra COVID-19

La desarrolla la UNLP y uno de los líderes del proyecto dirige un centro asociado a la CIC.

  • Entrada publicada:12 abril, 2021

Un grupo de científicos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) se encuentra diseñando una vacuna contra el COVID-19 que, esperan, pase a una fase clínica el año que viene. Se trata de un inoculante a base de proteínas y nanopartículas que buscan que se genere una respuesta inmune efectiva contra el virus SARS-CoV-2. En esta nota los expertos explican cómo funcionaría y cuál sería la importancia de tener una vacuna propia, diseñada y fabricada en el país.

“Nosotros usamos una fracción de la proteína S del virus, que es la que se une al receptor de la célula para entrar en ella. El objetivo de la vacuna es generar anticuerpos que bloqueen la entrada del virus a la célula”, explicó el Dr. Guillermo Docena, uno de los líderes del proyecto y director del Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos (IIFP) -UNLP, CONICET y asociado a la CIC-

“El objetivo de la vacuna es generar anticuerpos que bloqueen la entrada del virus a la célula”

Dr. Guillermo Docena

La fracción de proteína S se extrae del virus SARS-CoV-2 y se encapsula en nanopartículas que se inoculan en el cuerpo con el objetivo de que se produzca una respuesta de inmunidad celular y humoral. 

“De esta manera -dijo el experto- preparamos al organismo antes de que enfrente al virus. Cuando inmunizamos se generan células que después van a producir el anticuerpo y cuando el vacunado se enfrenta al virus, esas células se reactivan muy rápido -en un día- y generan los anticuerpos”.

Docena detalló que “la proteína S es la que le permite al virus entrar a un determinado tipo de células, que son las que tienen los receptores específicos de esa proteína. Sin esa proteína este virus no haría nada”. 

La importancia de las nanopartículas

Las nanopartículas tienen una doble función: como transportador y adyuvante. “Estábamos estudiando vacunas o terapias para modular la inflamación en el intestino y a raíz de eso comenzamos a trabajar con el grupo de Omar Azzaroni, -del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA)-, que tiene una gran trayectoria en nanopartículas”. 

El grupo de físicos y químicos del INIFTA sintetizaban las nanopartículas y las trasladaban al Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos (IIFP). Allí, durante dos años, Gastón Rizzo, becario de la Comisión de Investigaciones Científicas, realizó una caracterización biológica de esas nanopartículas con una proteína genérica: “Queríamos saber qué respuesta da en un cultivo celular o en animales cuando se la inyectamos”, dijo Rizzo.

Gastón Rizzo, becario doctoral de la CIC.

“Empezamos a usar estas nanopartículas como un transportador para que proteja los componentes de la vacuna, para que no se degrade la proteína y nos encontramos con una sorpresa: estas nanopartículas además de ser un transportador tenían propiedades adyuvantes”, explicó Docena. “Los adyuvantes se agregan a las vacunas para para generar un mayor estímulo frente a un antígeno y, por eso, generar una mejor respuesta del sistema inmune”. 

Esto evita agregarle otro componente a la vacuna, que en general es lo que produce las reacciones adversas, explicó Docena.  

En fase preclínica

Hoy el trabajo de los científicos y científicas se encuentra en lo que se conoce como “fase preclínica”, que llevaría todo el año. En esta fase, según explicó Rizzo, aún no se prueba el producto en humanos.  “Los primeros ensayos lo realizamos en cultivos celulares y en ratones. El plan de vacunación con los ratones es de una dosis semanal durante un mes. Luego medimos la respuesta de los distintos órganos del animal, pero lo que buscamos son los anticuerpos contra la proteína S y analizamos si esos anticuerpos protegen. Si esto marcha bien, continuaremos con la exposición del animal al virus”.

¿Por qué es importante una vacuna de producción nacional?

Tener una vacuna diseñada y producida en el país tiene, por lo menos, dos ventajas. Una de ellas es contrarrestar la escasez de vacunas ante la alta demanda de los países que necesitan paliar los efectos del COVID-19 en sus poblaciones y, por otro lado -no menos importante- es que ante nuevas cepas del virus que puedan circular en Argentina, tener una vacuna de fabricación nacional implicaría poder diseñarla a nuestra medida.

Guillermo Docena lo explicó así: “Son muy pocos los países que tienen acceso a vacunas, alrededor de 40 de más de 190. Y se produce un cuello de botella en la producción. Las vacunas se la van a vender a los que la paguen más cara: Israel, Emiratos Árabes, EE UU. Nosotros estamos lejos de competir con esos países”. 

“Producir una vacuna nacional tiene, además, la ventaja que podremos fabricarla en función de la cepa que circule en Argentina”

Dr. Guillermo Docena

Por otro lado, Docena afirmó que “producir una vacuna nacional tiene, además, la ventaja que podremos fabricarla en función de la cepa que circule en Argentina. En el mismo sentido, Rizzo aseguró que “suponiendo que el virus mute y cambie la proteína S, podríamos sintetizar esa nueva proteína, volver a introducirla en la misma nanopartícula y tener una vacuna para una cepa distinta”.

“Teniendo nuestra vacuna eso lo podemos manejar. Si acá empieza a circular la cepa de Manaos, por ejemplo, nosotros tenemos la proteína S de esa cepa, que es distinta a las otras, entonces rápidamente podríamos hacer una vacuna adaptada”, cerró Docena.