Hay homenajes para todos los gustos. Algunos, sorprenden más que otros. Insignias, estatuas, estadios e instituciones; lugares devenidos en santuarios y hasta mascotas. Acá y allá. Un sinfín de posibilidades divididas entre personas y espacios destinados a llevar un mismo nombre: Diego Maradona. Un descubrimiento científico, un reconocimiento y una identidad particular. ¿Quién es Diegoglossidium Maradonai?
En el Arroyo Buñirigo, partido de Magdalena, investigadoras e investigadores del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE) se toparon con una sorpresa: en sus tareas de investigación cotidianas, destinadas a buscar parásitos presentes en el agua, encontraron dos ejemplares del pez Hoplosternum Littorale, más conocido como “cascarudo”.
Al analizarlos, las novedades continuaron: en sus intestinos alojaban un parásito que tenía ventosas redondas, grandes y un ovario compuesto por siete lóbulos. “Nos dimos cuenta de que estábamos frente a algo nuevo, pero no sabíamos bien de qué se trataba porque eran características muy raras y diferentes. No sabíamos a cuál de las familias conocidas podía pertenecer”, comienza explicando Martin Montes, investigador del CEPAVE, centro asociado a la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia.
Este nuevo género, entre otras particularidades, se destaca por ser hermafroditas pero no es lo único. “Las ventosas, las formas del reproductor, la disposición de los vitelarios, todo era muy diferente a lo que estaba registrado en otros grupos”, agrega.
El trabajo continuó con la identificación de géneros con las mismas características. El resultado fue negativo. “Había como tres o cuatro posibilidades de familia a la que podía pertenecer, pero no lo supimos hasta que hicimos pruebas de ADN. Eso nos organizó la búsqueda”, señala el investigador. Con los resultados en mano confirmaron la pertenencia al género Alloglossidiidae. Hasta ese momento y por la poca información que les daba la morfología y los pocos ejemplares obtenidos estaban “medio perdidos”.
El paso siguiente fue compararlo con especies pertenecientes a la familia identificada. Los resultados arrojaron un nuevo dato: no había registros previos que indiquen la presencia del parásito en estos animales. La búsqueda volvió a reorganizarse. Esta vez orientada a encontrar similitudes con distintos hospedadores, es decir, otros peces que pudieran tenerlo. ¿La conclusión? No sólo habían encontrado una especie sino que, además, se trataba de un género nuevo, lo que resultaba más importante aún.
Una identidad particular
La similitud de las ventosas con una pelota de fútbol y el fanatismo del investigador por este deporte lo llevaron a pensar en la identidad de su nuevo descubrimiento. Tenía una certeza: “Cuando vi esas dos ventosas grandes y redondas dije, ¡son pelotas de fútbol!”. Faltaban meses para el inicio del campeonato mundial de fútbol masculino Qatar 2022, sin embargo ya se disputaba entre dos posibilidades: ¿Debía llamarlo en reconocimiento a Messi o a Maradona?
La primera idea sugería ponerle Messi Maradoneana pero algo no lo convencía: “cuando trabajás en una especie y un género, es más importante el género que la especie. Entonces era como darle prioridad a uno sobre el otro”, detalla. Los parásitos se dividen en géneros, especies y familias. Cuando se trata de muchas especies, las mismas tienen dos categorías -o nombres-. Estas categorías sirven para diferenciarlas. El género es una clasificación superior a la especie porque puede incluir varias especies a la vez. Finalmente, la familia es una categoría superior porque incluye varios géneros. De esta manera, el incipiente género de digeneos fue bautizado Diegoglossidium, mientras que la especie se llamó Maradonai.
El código zoológico permite que los investigadores coloquen el nombre que les parezca siempre y cuando no sea ofensivo o difamatorio. “Sé de las controversias que pueden generarse por ponerle Maradona a un parásito pero no me importó. Siempre que uno hace o trabaja en una especie y lo identifica es en honor o reconocimiento a alguien”, asume Montes.
“Yo le pongo el nombre de gente que admiré o me regaló momentos gratos en mi vida como fue el Diego y ahora Messi. También hay uno para Luis Scola”, manifiesta el investigador dejando en claro su fanatismo por el deporte. “Para Messi también tengo algo pensado pero, eso será más adelante”, anticipa entre risas.
La elección del nombre también se vincula a otros detalles: el sufijo glossidium, presente en el nombre del género se desprende de “glóssa”, que en griego quiere decir “lengua”. Es que el parásito, además, tiene una forma similar y “Maradona no se caracterizaba por ser callado”. El trabajo busca reconocer la figura del futbolista como alguien que le brindó alegría a todo el pueblo. “Sé que tiene otros reconocimientos similares, como por ejemplo una libélula, así que tampoco fui muy original”, cierra.
Si posteriormente apareciera una especie de parásito nueva que respete su forma o características la denominación “Diegoglossidium” tiene que estar presente obligatoriamente sumándole el nombre de la nueva especie.
Ejemplo de esto fue el trabajo realizado con el Saccocoelioides Kirchneri. Un parásito encontrado en el bosque platense, con características nuevas y perteneciente a un género ya conocido: los Saccocoelioides. “Estábamos obligados a clasificarlos dentro de los Saccocoelioides porque cumplían con todas las características pero si yo comparaba todos los descritos en el mundo el mío era nuevo, entonces le pongo el nombre de la especie”.
La importancia de trabajar con parásitos
Desde el CEPAVE trabajan con parásitos como indicadores de contaminación y de biodiversidad. El arroyo Buñirigo recibe efluentes de empresas y curtiembres que lo contaminan. Carpas, Sábalos, Sabalitos y mojarras son algunos de los otros habitantes de la zona. “Si vos conocés la fauna parasitaria de un pez sabés todo lo que hay en su interior”, explica Montes y agrega: “Si se produce una perturbación en el ambiente podes ir a ver qué pasó con el pez haciendo un repaso por los parásitos que se espera que estén y determinar, por ejemplo, que ante la presencia de un contaminante x este parásito no sobrevive”.
El cascarudo habita toda Sudamérica, en Argentina su mayor presencia se ubica en la zona norte del país. “Podemos decir ahora, a partir de la información que tenemos, que la especie de parásito encontrada es endémica del Buñirigo. No lo vas a encontrar en otro lado”. Por el momento, este género tampoco se encontró en otro pez y se estima que tuvo que haber llegado por alimentación.
El equipo de trabajo está compuesto por Sergio Martorelli, Jorge Barneche, Natalia Arredondo, Gerardo Ponce de Leon y Dario Balcazar.
Por Mariana Hidalgo