El agua ha sido un karma para Bahía Blanca durante los últimos años. A la trágica inundación del 7 de marzo pasado se le suma la escasez durante el verano, cuando la alta demanda por parte de la comunidad genera que en buena parte se queden sin agua potable para consumo domiciliario.
Esta problemática lleva varias décadas y se debe a varios factores, principalmente vinculados a las sequías y la falta de infraestructura hídrica.
En la Universidad Nacional del Sur un grupo científico interdisciplinario enmarcado en el Centro de Geología Aplicada, Agua y Medio Ambiente (CGAMA, CIC-UNS) ensaya una posible solución a este problema: la extracción de agua incolora, transparente e insípida de los acuíferos en los subsuelos en un área de 2.200 km2 (que comprende los partidos de Bahía Blanca, Tornquist, el sector periserrano sur y suroeste de las sierras Australes bonaerenses y la llanura agrícola ganadera del sur).
Este trabajo tiene la particularidad de buscar resolver dos problemas en simultáneo: el del agua para consumo humano y el abastecimiento para uso industrial por parte del Polo Petroquímico (motor del sector productivo local) que requiere del recurso para su funcionamiento.
En paralelo a los proyectos de obras hidráulicas, la Provincia de Buenos Aires brindó apoyo financiero a esta investigación a través de la convocatoria Ideas-Proyecto de la Comisión de Investigaciones Científicas.

Un método económico de extracción de agua
Bahía Blanca se abastece de agua a través de un dique: el Paso de las Piedras, ubicado a 72 kilómetros de la localidad del sur bonaerense. El embalse es la principal fuente de agua potable para la ciudad y parte de la zona. A través de un acueducto el agua se traslada a una planta potabilizadora y de ahí a los domicilios.
Cuando hay sequía el embalse no llega a abastecer a una ciudad que aumentó su población de 191.624 habitantes cuando se construyó el Dique en 1972 hasta 336.574 habitantes según el último censo de 2022. En menor medida el suministro se complementa con la extracción de agua subterránea; método que las y los investigadores del departamento de Hidrogeología de la UNS confían para resolver este sensible problema.
“En Bahía Blanca y alrededores el agua subterránea se puede hallar hasta los 800 metros de profundidad; e incluso hay terrenos donde tan solo hay que excavar pocos metros para encontrarla”, afirma el Dr. René Albouy, director del proyecto; que además agrega: “Dependiendo a la profundidad que se vaya el agua puede ser termal, potable y apta para consumo”.
Además subrayan una sensible ventaja respecto a este método de abastecimiento de agua potable con respecto a otros: “Es más rápido y económico que construir un embalse nuevo o desalinizar agua de mar”. Desde el momento en que se identifica una fuente subterránea potencial de agua hasta que se conecta el pozo con el acueducto mediante un caño, pueden pasar entre algunas semanas como o unos pocos meses como máximo.

¿El agua subterránea se puede consumir ni bien se extrae del pozo? “Depende de la zona”, responde el investigador. “En el caso de la calidad de la primer agua que sale debajo de las fuentes subterráneas bahienses o del acuífero freático, si es necesario que pase por un proceso de purificación, ya que naturalmente está salinizada por el tipo de sedimentos que constituyen el acuífero y su mayor circulación hacia el mar”. Sin embargo, explican, más cerca del cordón serrano de Sierra de la Ventana (partido de Tornquist) es “absolutamente viable extraer para consumo domiciliario directo”.
Existen pozos en operación en la actualidad. En los alrededores de la localidad Cabildo (ámbito de las Sierras Australes), a 50 kilómetros de Bahía Blanca, se construyeron en los años 2010 y 2012, 15 pozos de entre 80 y 140 metros de profundidad con el asesoramiento del Laboratorio de Hidrogeología de la UNS. “También ABSA llevó a cabo otras perforaciones en el Bajo San José de similar profundidad”, explica René. Por otro lado, en el partido de Bahía Blanca hay pozos activos profundos o surgentes que extraen agua termal de buena calidad para consumo.
Ventajas ambientales
Durante los veranos la falta de agua en Bahía Blanca es un verdadero drama. Por este motivo a comienzos del 2024 el intendente de la ciudad Federico Susbielles, en consonancia con la gestión de la provincia de Buenos Aires, convocó una mesa interdisciplinaria de expertos en temas vinculados al agua con el objetivo de discutir el plan rector para solucionar el problema del abastecimiento de agua a la región. De la misma participaron investigadoras e investigadores de las tres universidades radicadas en la ciudad (UNS, UPSO y UTN).
“En dicha mesa propusimos volver a poner en funcionamiento los pozos existentes para extraer agua subterránea y suplementar el abastecimiento proveniente del Dique”, cuenta René. Se trata de pozos cerca de la localidad de Cabildo, a 23 kilómetros del embalse. Un área que se identificó en el 2000 y de la que se comenzó a extraer agua en 2011.
¿Por qué es una ventaja utilizar agua subterránea? “El agua superficial tiene el problema recurrente de floración de algas, cianobacterias y material sedimentario, problemas que no tiene la proveniente de acuíferos: sale del pozo, se comprueba que la calidad sea apta para consumo humano, y si cumple con los parámetros establecidos, se puede usar sin ningún tipo de tratamiento”, resume el director del proyecto.
“Apuntamos a garantizar una explotación racional y la sostenibilidad ambiental de la extracción; siempre procurando que lo que hacemos hoy lo puedan aprovechar las próximas generaciones”, agrega René Albouy.
Actualmente, si bien hay varios pozos en funcionamiento, la investigación continúa en una etapa exploratoria de nuevas fuentes en un área que comprende como límites las localidades de Tornquist, Bahía Blanca, Cabildo y Nueva Roma.

¿Cómo se determina cuánta agua puede extraerse de un pozo? “La única forma de conocer el caudal óptimo explotable es realizar un ensayo de bombeo y analizar la respuesta del sistema”, explica el Licenciado Juan Manuel Giorgi, integrante del grupo.
El Agua, la industria y la “huella hídrica” de la soberanía alimentaria
El Polo Petroquímico es el parque industrial que motoriza la actividad económica en el partido del sur bonaerense (que comprende las localidades de Bahía Blanca, Ingeniero White y General Cerri). Dichas empresas suelen requerir de grandes cantidades de agua para su funcionamiento, según estudios públicos del año 2010, el Polo petroquímico gastaba aproximadamente 900.000 m3 de agua cruda directa desde el dique.
“Las empresas del polo no necesitan potabilizar agua para funcionar, por lo que utilizar este tipo de pozos para que vayan directamente sin pasar por una planta es una opción más que viable”, agregan desde el CGAMA.
Además el proyecto contempla un compromiso con la soberanía alimentaria: “No se trata solo de garantizar el abastecimiento local de agua potable, sino también de considerar el uso del agua en toda la cadena de producción de alimentos”, explican desde el CGAMA y subrayan el aporte a la “Huella Hídrica” alimentaria, un concepto que refiere al volumen total de agua utilizado en todas las etapas de la producción de alimentos.

“Por ejemplo, para que un bife llegue al plato se requieren miles de litros de agua, desde el cultivo de los forrajes hasta el procesamiento industrial”, explica René. En este sentido en regiones donde no hay lagunas, ríos que puedan abastecer la demanda agrícola, la explotación sostenible de acuíferos subterráneos puede ser un importante aporte en la producción de alimentos.
Si bien la investigación está enmarcada en el área de Hidrogeología del Departamento de Geología de la UNS, en el equipo científico colaboran hidrogeólogos, geógrafos y químicos. Este carácter interdisciplinario se debe a la variedad de tareas de ciencia que se realizan, tales como análisis químicos de agua para laboratorio; asistencia de caracterización climática y GIS, llevada adelante por geógrafos; y tareas de campo, gabinete e informes a cargo de los hidrogeólogos. Por último, se le brinda asesoramiento a una empresa que se encarga de realizar los pozos.
La inundación y sus consecuencias
El 7 de marzo de 2025 es ya una cicatriz en la memoria del pueblo bahiense. Será recordado como el día que las calles se convirtieron en ríos y miles de hogares quedaron bajo el agua. Los subsuelos de la Universidad Nacional del Sur no fueron la excepción: tesis doctorales con más de medio siglo de antigüedad, libros que no llegaron a ser digitalizados fueron reducidos a papeles mojados. Lo mismo sucedió con varios materiales, insumos de investigación que se echaron a perder y que costará mucho dinero y esfuerzo recuperar.
El CGAMA se ubica en el edificio del departamento de Geología de la sede central de la UNS, que sufrió serias inundaciones. El trabajo de los investigadores de este proyecto continúa pese a las dificultades que trajo esta catástrofe climática. La CIC puso a disposición subsidios de auxilio para la larga reconstrucción que la ciudad tiene por delante.
Por Juan Vera Visotsky