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“Aún tenemos el estigma de que el médico es un varón y su secretaria una mujer”

Seguimos conmemorando a la mujer trabajadora. Rocío Torrieri es becaria doctoral de la Comisión de Investigaciones Científicas y comparte su reflexión acerca de los estereotipos y mandatos culturales que recaen todavía sobre las mujeres.

  • Entrada publicada:29 marzo, 2021

“Cuando era chica, no entendía por qué se las felicitaba a las mujeres, o se les regalaba flores los 8 de marzo, ¿qué merito existe en el hecho de haber nacido mujer? Al fin y al cabo, no es algo que elegimos, es una condición que nos viene impuesta, y junto con esta condición una serie de reglas implícitas (y hasta a veces explícitas) sobre cómo debemos actuar, cómo debemos hablar, las carreras u oficios que debemos elegir, que nuestro mayor logro debía ser la maternidad, y sobre todas las cosas, que no podemos hacer nada sin la compañía, la ayuda, o la supervisión de un varón. Entonces, ¿por qué sería un feliz día? Si permanentemente vemos en los noticieros las desgarradoras historias de mujeres asesinadas sólo por su condición de ser mujer, aun cuando habían realizado denuncias previas.

A pesar de esto, las mujeres hemos podido avanzar hacia la igualdad en muchos aspectos. Cada vez se observa una mayor presencia femenina en los campos laborales que parecían estar reservados para hombres, aunque no así en las posiciones de mayor jerarquía o puestos de mayor responsabilidad: aún tenemos el estigma de que el médico es un varón y su secretaria una mujer, cuando el género biológico no limita bajo ningún aspecto a ejercer cualquiera de esas labores.

En mi caso personal, nací en Comodoro Rivadavia, ciudad que no es ajena al rol esperado de la mujer y el varón en la sociedad. La mayor fuente de trabajo es en el petróleo o afines, por lo que es frecuente que los varones realicen tareas en campos alejados de la ciudad en regímenes de una o dos semanas en el campo, y una o dos semanas en su casa. Esta ausencia intercalada de los hombres en sus hogares y sus familias, sumado a la gran inmigración que hubo de otras ciudades muy conservadoras de tradiciones patriarcales, llevó a que se reitere el esquema de que el hombre de la casa es quien sale a trabajar y “proveer” para la familia, mientras que la mujer es quien se queda en la casa encargada de las tareas domésticas y de la crianza, lo cual la limitaba mucho para poder trabajar o desarrollarse. Actualmente se ha avanzado en la inclusión de mujeres en empresas petroleras, pero he oído infinidad de historias de los obstáculos que se le ponen en el camino, ya sea de compañeros, jefes, problemas logísticos, crecimiento dentro de la empresa, o cuando deciden maternar.

En la universidad, elegí la carrera de licenciatura en nutrición. Como muchos sabrán, es una profesión en que predominan las mujeres, por lo que se suelen referir a los profesionales como “las nutricionistas”, independientemente del género, como históricamente sucede con “las enfermeras”. Durante la carrera universitaria, en el año 2014 por cuestiones que al día de hoy no han sido esclarecidas, casi se interrumpe la continuidad del dictado de la carrera en la Universidad. Recuerdo una reunión que tuvimos, en medio de los reclamos, con un grupo de funcionarios. Dos compañeras, y hoy colegas, fueron quienes asistieron, y dicha autoridad en vez de escuchar sus argumentos, las juzgó por su condición de mujer, y hasta por su altura. Fue en esa época que aprendí que unidas somos más fuertes, y que juntas podemos llegar más lejos, apoyándonos entre nosotras.

Una vez graduada, comencé mi carrera en la investigación clínica en el Centro de Endocrinología Experimental y Aplicada (CENEXA), centro de la CIC – UNLP-CONICET. En nuestro grupo somos mayoritariamente mujeres, y las cuestiones relacionadas con género y feminismo siempre se han podido hablar en total libertad, a pesar de que no todos compartamos la misma ideología. Tuve la fortuna de sentirme cómoda en mi lugar de trabajo, pero no debería ser una cuestión de suerte, sino de algo cotidiano.

Este último 8 de marzo fue el primer día de la mujer desde que en Argentina se conquistó el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, gran avance del colectivo de mujeres que durante años ha reclamado y visibilizado esta problemática que amplía los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo; pero en contraparte, una gran parte de la sociedad condena este avance con poca empatía.

El 8 de marzo es para mi un día de visibilización de las problemáticas que vivimos las mujeres a diario, un día de reflexión tanto para mujeres como para varones, un día para dar lugar a que las mujeres podamos contar nuestras historias, brindarnos apoyo, reclamar por nuestros derechos, avanzar y crecer juntas, por un futuro más igualitario”.