A partir de la demanda de productores/as agrícolas y ganaderos de la provincia de Buenos Aires, un grupo de investigadoras/es encaró un proyecto para determinar las características de tres biofertilizantes de uso popular. Estos son el purín de ortigas, el super magro básico y microorganismos eficientes, todos ellos elaborados con insumos naturales que permiten mejorar el suelo de un modo sostenible y limitar el uso de agroquímicos. Se trata de uno de los 147 proyectos seleccionados por el MINCyT en la convocatoria “Ciencia y Tecnología contra el Hambre”.
En los últimos años, la producción agrícola se enfrenta a grandes desafíos: valores cada vez más elevado y dolarizados de los insumos químicos, la necesidad de cuidado del suelo y del medio ambiente, y satisfacer a un público consumidor (cada vez más numeroso) que demanda alimentos saludables, libres de agroquímicos.
Frente a este escenario, productores agroecológicos de Ayacucho, Pila y Bavio junto a técnicos del INTA Chascomús, de la Secretaría de Agricultura Familiar (-SAFCI-, delegación Santa Fe) e investigadoras/es del Instituto Tecnológico de Chascomús -INTECH- (CIC-CONICET-UNSAM), buscan caracterizar tres biofertilizantes y evaluar sus efectos en las plantas y el suelo.
Se trata de los preparados Purín de ortiga, Super magro básico y Microorganismos eficientes que están siendo elaborados y empleados por las y los productores/as pero que, hasta ahora, hay una escasa evidencia científica sobre su potencial.
“Estos productores y productoras se encuentran en general en transición hacia una producción agroecológica, mientras que otros ya se han afianzado en este tipo de producción y elaboran sus propios bioinsumos”, explicó María Marina, doctora en bioquímica, investigadora del CONICET y directora del proyecto.
Y agregó: “Tienen mucho interés en saber qué es lo que están elaborando, cuáles son las características, cómo poder mejorarlo, para qué utilizarlos y en qué momento del año aplicarlos, entre otros”.
Buscan, en resumen, hallar una “receta” eficaz para elaborar y aplicar productos “conservadores del recurso natural, y que, además, sean culturalmente sensibles, socialmente justos y económicamente viables”, afirmó la Dra. María Marina, quien llevará adelante el proyecto junto a la Dra. Natalia Villarreal, el Lic. Silvia Langer, la Lic. Mailén Hirsch y el Lic. Pablo Burgues, integrantes del Laboratorio de Bioquímica y Fisiología de la maduración de los frutos del INTECH.
En busca de evidencia
Además de agrícolas y ganaderos, hay productores/as que tienen tambo y otros tienen gallineros. Los restos que se van generando en cada establecimiento (estiércol vacuno, resto de vegetales, cáscaras de huevo, suero de leche) son empleados para la elaboración de los bioinsumos en una biofábrica en Ayacucho, establecimiento de uno de los productores integrantes del proyecto.
“Este es un excelente ejemplo de cooperación y crecimiento de la producción agroecológica que deberíamos replicar lo más posible”, dijo Marina.
“Se van complementando y generan estos bioinsumos para utilizarse en toda la zona. Pero carecen de certificaciones de lo que están elaborando, lo cual les dificulta poder ser proveedores de productos orgánicos, por ejemplo”.
“Los productores/as no tienen dudas de los efector beneficiosos de los bioinsumos, sus experiencias y valoraciones empíricas son muy valiosas; sin embargo, necesitan datos, pruebas, que le podemos brindar con una demostración científica”, aseguró Marina y explicó: “Hay poca evidencia científica, pero muchísima experiencia. Para nosotros/as es fundamental aprovechar la experiencia que tienen y poder aportarles datos certeros”.
¿Qué se sabe y qué no de estos bioinsumos?
Los tres bioinsumos que se caracterizarán son utilizados en diferentes cultivos, tanto hortícolas como agrícola-ganaderos (cultivos extensivos y pasturas). Se utilizan como fertilizantes, aportándole así los nutrientes que los cultivos necesitan para crecer.
Pero también son utilizados para el control de enfermedades: “en este caso, poco es lo que se conoce por los cuales estos bioinsumos tienen esta acción. Son varios los mecanismos por los cuales podrían actuar, desde la mejora del estado general de la planta, hasta el posible ‘control biológico’ de patógenos mediado por microorganismos presentes en dichos bioinsumos”.
“La idea es caracterizarlos de forma microbiológica y físico-química, y empezar a ver cuáles son los efectos de estos biofertilizantes en el suelo y las plantas donde son aplicados”.
Para esto los y las científicas van a protocolizar la elaboración de estos tres bioinsumos. “La caracterización se hará tanto por técnicas de aislamiento de los microorganismos como mediante metagenómica. Una vez que tengamos eso, estudiaremos el suelo: queremos saber qué microorganismos de los bioinsumo se adaptan a las condiciones del suelo, aportando así beneficios a las plantas”.
Se evaluarán las respuestas sobre plantas hortícolas, como tomates y frutilla; pasturas (que sirven de suplemento ganadero); y algún cultivo extensivo, posiblemente trigo.
Producción agroecológica: una alternativa que ya está en agenda
“La agricultura denominada convencional utiliza insumos químicos (fungicidas, fertilizantes, etc.) que, para el productor/a, tiene una desventaja económica importante ya que son insumos que se encuentran dolarizados”, explicó Marina.
Por otro lado, la investigadora agregó que “el empleo de estos insumos químicos impacta de forma negativa al medio ambiente; la salud del suelo, plantas, animales y las personas”.
Puntualmente, se refirió a los fertilizantes químicos: “se gasta muchísimo fertilizante del cual la planta utiliza una mínima parte, el suelo queda empobrecido, y atenta contra su biodiversidad: es una forma de producción sumamente extractiva”.
La alternativa a estos inconvenientes es un círculo virtuoso: la reutilización de desechos que se generan en los propios establecimientos. “Esta vuelta al suelo tiene un efecto sinérgico porque lo potencia de forma sostenible”, indicó Marina.
Esto se suma a que en los últimos años hay una mayor conciencia ecológica por parte del consumidor. Y también “hay presión de la sociedad para que los municipios implementen normativas que controlen la utilización de agroquímicos. Por otro lado, el INTA incentivó a los grupos de Cambio Rural que tengan que ver con la agroecología, sumado a que en el actual gobierno se creó la Dirección Nacional de Agroecología, algo inédito”, subrayó Marina.
Por Alejandro Armentia