¿Es posible transformar un desperdicio de la industria ganadera en un aislante para construcciones edilicias mejorando la eficiencia energética y el confort acústico interior? Todo indica que sí: los mantos de lana de oveja de descarte tendrían propiedades termo-acústicas para cumplir la misma función que otros materiales, lo que significaría la posibilidad de generar producción a partir de algo que hasta hace poco era considerado un residuo sin valor.
El Laboratorio de Acústica y Luminotecnia (LAL), dependiente a la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) y dirigido por el Magister en Ingeniería Pablo Ixtaina, está estudiando las propiedades acústicas de este material en el marco de un proyecto de investigación subsidiado por el organismo científico bonaerense a través de la convocatoria Ideas-Proyecto.
Este estudio está inserto en un proyecto más amplio denominado AbrigA®, ideado por un grupo de profesionales que vio la oportunidad, a partir de este desecho de la industria agropecuaria, de desarrollar una iniciativa de triple impacto: ambiental, social y económica.
El emprendimiento, liderado por la Arquitecta Alejandra Nuñez Berté, busca producir mantos aislantes en base a esta lana de descarte, que podrían ser aplicados en distintos sistemas constructivos y ensamblajes tanto para viviendas unifamiliares y colectivas, como así también edificios públicos, oficinas, auditorios y todo tipo de construcción que necesite acondicionamiento y aislamiento termo-acústico. Podría tener el mismo uso que la lana de vidrio o la lana de roca.
“La lana de vidrio se genera fundiendo vidrios, haciendo hilos, aglomerándolos y cociéndolos en un horno. La lana de roca lo mismo, pero fundiendo rocas. En este caso no hay que fundir nada. Hay que compactar el vellón de lana mediante la técnica de agujado, recogiendo algo que hasta el momento es un desperdicio de la producción ganadera”, explicó la Ingeniera en Telecomunicaciones Nilda Vechiatti, una de las profesionales del LAL que interviene en la investigación junto al Ingeniero Federico Iasi y al Diseñador en Comunicación Visual Daniel Tomeo.
No todas las ovejas son iguales
Las razas ovinas preparadas para la producción de carne tienen una lana gruesa y rústica, que no se utiliza en la producción textil. Pero, de todas formas, los animales deben ser esquilados anualmente para no generar inconvenientes en su desarrollo y su salud. Esto suele ser un problema para los productores y las productoras que tienen que deshacerse de esta lana sobrante -y hasta ahora inservible- quemándola, enterrándola o dándola como una módica parte de pago de la esquila.
Según indica la Unidad Ejecutora Provincial Buenos Aires de Ley Ovina, con datos del SENASA, se trata de 3,8 millones de kilos anuales. El 97% de esta lana pertenece a pequeñas unidades productivas que sólo en territorio bonaerense son aproximadamente 24.000. La utilización de este material actualmente desperdiciado, para producir mantos termo-acústicos, generaría en un beneficio directo para este sector.
Los ensayos
En el marco del proyecto AbrigA®, mientras organismos como el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) ya han evaluado otras propiedades del material, como la resistencia térmica y el comportamiento al fuego, el LAL tiene ahora la misión de caracterizar lo referente a las cualidades acústicas.
Estos ensayos se realizan en espacios especialmente preparados que tiene el Laboratorio en el Campus de la CIC ubicado en la localidad de Gonnet, en La Plata. Por un lado caracterizarán la absorción sonora del material mediante dos métodos: medición en cámara reverberante y medición en un equipo denominado “tubo de Kundt”; y por otro realizarán pruebas de aislamiento acústico a ruido aéreo y a ruido de impactos en cámaras de transmisión horizontales y verticales.
La razón por la que el material en cuestión tiene propiedades acústicas es su fibrosidad. “Con la lana se puede armar un manto que es fibroso. En el medio, entre las fibras, hay aire. Entonces cuando una onda sonora avanza por el aire o atraviesa algún material sólido, llega hasta ese material y hace vibrar las partículas de aire en el interior del mismo, por fricción transforma la energía sonora en energía calórica. Así se disipa parte de esa energía y entonces el material se comporta como absorbente de energía sonora”, apuntó Vechiatti.
“En definitiva, lo que estamos evaluando es cuán fonoabsorbente es el material. Entonces se lo puede armar con distintas densidades, puede llegar a tener un aspecto de manto, paño o de un fieltro. Mientras le van investigando técnicas de fabricación y de coloración, para darle aspectos diferentes, evaluamos cómo cambian sus propiedades acústicas a medida en que se modifica la densidad o el espesor del producto”, remarcó.
A su vez señaló: “Se están caracterizando paneles que se podrían usar en oficinas tipo open-office como los call centers, o espacios de coworking, donde hay varias personas trabajando sin división de paredes. En ese caso a veces se utiliza tabiquería menor, apoyada sobre los escritorios o rodeando los escritorios. Y si esa tabiquería tiene algo fonoabsorbente en el lado expuesto hacia la persona, da un poco más de privacidad para el puesto de trabajo”.
“También hay una aplicación muy interesante, que es colocar esos fonoabsorbentes en el interior de tabiques de construcción en seco. Ahí es para ver cómo mejoran el aislamiento acústico del tabique”, indicó y agregó: “No es que el material sea aislante acústico, es absorbente acústico, son dos propiedades diferentes. Pero un absorbente colocado en el interior de un tabique, mejora el aislamiento acústico de éste, por cómo funciona el sistema completo. Esto en cuanto al ruido que se propaga por el aire”.
“Además tenemos previsto hacer una evaluación de cómo se comporta como material elástico cuando con éste se separan capas de un entrepiso para hacer aislamiento a ruido de impacto o ruidos que se propagan por estructura”, completó la profesional.
Estos ensayos son realizados de acuerdo con normas IRAM que se corresponden con normas ISO, lo que significa que los resultados podrán ser comparados con estudios que se realicen en laboratorios de otros países.
El equipo interdisciplinario interviniente en esta investigación incluye no sólo profesionales especializados en acústica, sino también en arquitectura (para diseñar los ensamblajes constructivos) y hasta un ingeniero zootecnista -Ernesto Benavidez- para evaluar el impacto de la propuesta dentro del sector ganadero. Además, lo integran asistentes para el armado, construcción y desmontaje de las maquetas como así también para la producción de muestras y probetas de ensayo.
Por David Barresi