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Entrevista a Sandra Gómez de Saravia: “Hay que hacer ciencia para llegar a la gente”

En diálogo con Soberanía Científica la especialista habla de su trabajo en el CIDEPINT. Además reflexiona sobre cómo se evalúan a las y los científicos y qué significa ser mujer y hacer ciencia.

  • Entrada publicada:1 marzo, 2023

Sandra Gómez de Saravia es investigadora de la CIC en el Laboratorio de Biofilms y Corrosión del Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología de Pinturas (CIDEPINT). Sus trabajos son claves en la fabricación de pinturas para el combate de bacterias, hongos y algas que se adhieren a diferentes materiales. Para estos desarrollos emplean “química verde” y los avances se transfieren a la industria y a las actividades para la preservación del patrimonio cultural. 

¿Qué hay detrás de todo este trabajo?¿Cómo se evalúan a las y los científicos?¿Qué significa ser mujer y hacer ciencia? En diálogo con Soberanía Científica, la investigadora asegura que “el paper muchas veces queda en el exterior y en la científica o científico que puede leerlo” y se cuestiona “¿de qué sirve entonces?”.

En otro plano, desde su experiencia como investigadora analiza cuestiones vinculadas al género. Dice que estuvo “anulada” por ser mujer y explica de qué manera impacta el “techo de cristal”. También aclara: “En estos últimos años avanzamos mucho, sin dudas”. 

Tu equipo de trabajo se especializa en biodeterioro y biocorrosión ¿De qué se trata y por qué son importantes los aportes que realizan?

La biocorrosión es el deterioro de estructuras metálicas y el biodeterioro es el deterioro de otro tipo de materiales: cuero, papeles, madera, morteros, cemento, mármol, entre otros. Estudiamos métodos de control para cuidar las estructuras en donde se generan. Para esto empleamos biocidas o compuestos químicos y tenemos una línea específica que involucra el uso de productos naturales obtenidos de plantas para inhibir o matar a los organismos que se van a adherir a las superficies. Los microorganismos -sean bacterias, hongos o algas- pueden adherirse sobre diferentes superficies y forman biofilms o biopelículas que no sólo van a producir un cambio estético, lo cual es importante sobre todo en estructuras que pertenecen al patrimonio cultural; sino que también pueden producir diferentes patologías hasta llegar a la ruptura y destrucción de esas estructuras. Estos productos naturales, que son metabolitos que producen las plantas, los utilizamos como antimicrobianos y alguicidas. Primero hacemos las pruebas en laboratorio y aquellos productos que funcionaron bien posteriormente los incorporamos a pinturas. Hasta el momento hemos trabajado con pinturas de exterior que fueron sometidas a pruebas para ver si el producto final es apto y da buenos resultados. También trabajamos en recubrimientos que podrían ser utilizados en distintas industrias.  

-¿Por qué trabajan con productos naturales o “química verde”? 

Porque no contaminan el ambiente. Generalmente para afrontar estos problemas se utilizan productos que son tóxicos, entonces tratamos de utilizar esos metabolitos que son biológicamente compatibles y tienen muy buenos resultados. La idea es que estos estudios sirvan para que las empresas o cualquier casa de revestimiento pueda tomarlos y fabricar pinturas de estas características. Desde el CIDEPINT generamos el conocimiento para transferirlo a quienes lo demanden. Hicimos estos trabajos en la catedral de La Plata, por ejemplo. Del lado de la calle 53 hay menos sol y más presencia de biofilms. La contaminación del ambiente tiene mucho que ver. En los hospitales también pasa. Muchas veces usan productos químicos para eliminar la humedad, las biopelículas y las bacterias, pero hay que encontrar un producto que pueda combatir todos los microorganismos y que sea de amplio espectro. Hay que lograr eso. Porque además los microorganismos tienen capacidad de adaptarse dada su plasticidad. 

-¿Por qué es importante el manejo de estas tecnologías? ¿En qué lugares podrían ser aplicadas?

Es importante no solamente desde lo técnico, es decir, la pintura debe ser buena: no se debe resquebrajarse, ni despegarse; sino que también es importante toda la parte biológica, tener conocimiento de los problemas de base. Por eso vienen las empresas a pedir el servicio a nuestro laboratorio, nos piden para bacterias, para algas. Los organismos se adhieren y generan complicaciones, el problema está y lo ven. Nosotros los estudiamos y proponemos una solución. Desde el CIDEPINT tenemos mucha relación con ellos por todo el trabajo que hacemos con recubrimientos. Se han hecho pinturas antigrafitis desde acá, por ejemplo. 

En cuanto a la aplicación va a depender de lo que se quiera proteger. Pueden ser monumentos, casas, la industria en general. Puede ser aplicado en cañerías de agua o de gas, aunque siempre depende del revestimiento. 

Por otra parte, la protección de estructuras y distintos espacios tiene que ver con la intervención de otros actores. Tenemos una experiencia de trabajo ligada a la conservación de pinturas rupestres donde primero tuvo que existir una política pública destinada a protegerlas. Que no entre la gente porque contamina, que no pase el ganado, son todas cuestiones importantes. Pero para pensar en eso primero hay que reconocer que el problema existe, interesarnos en él. Desde la investigación básica podés generar soberanía desde un aspecto específico. Son investigaciones aplicables. En este caso cuidás el patrimonio cultural. Damos a conocer los resultados de nuestras investigaciones para que otros lo tomen y digan: “uh, hay que tener cuidado con esto” y a partir de ahí accionen. Por último es importante llegar al público en general. Esto empieza siendo un problema estético, pero después impacta en la salud, sobre todo en lugares cerrados. Los microorganismos como hongos y bacterias quedan en el ambiente y generan muchos problemas.  

-¿Qué significa para vos hacer ciencia? 

Implica que todo lo que haga no quede en el paper o entre las cuatro paredes del laboratorio, o el CIDEPINT. El trabajo que hacemos -nuestras experiencias y conocimientos-, no tienen que quedar plasmados en una hoja o una charla, tienen que llegar a la comunidad. Que se entienda, que sea útil y que otros puedan tomarlo sean o no científicas o científicos. Necesitamos poder salir del laboratorio. Como profesionales tenemos que ir a la comunidad. Porque el paper muchas veces queda en el exterior. La comunidad no va a leerlo ¿De qué sirve entonces? En nuestro caso no se enteran de los problemas de deterioro que existen o que hay un patrimonio que puede cuidarse, cuestiones importantes que no están muy visibilizadas. En este sentido también es importantísima la divulgación. Que nuestros trabajos no sean sólo para la comunidad científica. Hay que hacer ciencia para llegar a la gente. 

Por otro lado creo que antes las y los investigadores aguantamos muchas cosas, naturalizamos ciertos tratos. Ahora no pasa y está bien porque no tiene que suceder. Si ganás menos, si ganás más, son cosas que hacen la diferencia. Si viene una empresa privada y ofrece mejores condiciones, la investigadora o el investigador no duda, se va. Porque es un trabajo arduo. Estamos pendientes de la publicación, de los informes… No creo que sea una cuestión de pasión, creo que las cosas han cambiado mucho. El factor económico, por ejemplo, no es algo menor. Muchas veces no hay incentivos. El sistema científico debería contemplar estas cuestiones con quienes están dando sus primeros pasos. Yo ya estoy saliendo, pero es un trabajo arduo. Nunca estás relajado

-¿Cómo te llevás con el paper como forma de evaluar a las científicas y científicos?

Es una demanda muy grande la de evaluar mediante las publicaciones. A veces das cursos, vas a congresos y pareciera no importar. Entonces además de trabajar en los servicios a terceros, en jornadas, encuentros de divulgación y demás, tenés que pensar en el paper. Hay que considerar todo. El paper depende mucho del tema en el que trabajes también. Trabajar en biología no es fácil, porque a veces vos repetís una experiencia y no te da lo mismo que otras veces. No es lo mismo trabajar en la teoría que en las experiencias. Nuestros ensayos duran aproximadamente un mes y capaz que en ese lapso se nos contaminó la muestra y eso hace que no de bien y tengas que volver a empezar. Es una lucha que tenemos desde que se crearon los organismos científicos y que hay que seguir dándola. 

-Mencionaste algo referido a la naturalización de “ciertos tratos”. En este sentido, ¿cómo describirías tu experiencia desde tu lugar de mujer y científica? 

Ser científica no siempre fue fácil. Me fui de un centro de investigación por maltrato de parte de un ex director. Eso puede manifestarlo mediante el curso de capacitación de Ley Micaela. Por suerte ahora estoy bien acá. Trabajo bien y tranquila pero son cosas que sucedieron. Eran otros tiempos, otras formaciones. Entre las desigualdades que me tocó atravesar, no poder hacer nada sola fue uno de los temas más presentes. Estuve como anulada. Acá no, somos un grupo de mujeres que trabajamos a la par, de manera interdisciplinaria y cada una puede expresar lo que quiere. Eso es fundamental en los equipos de trabajo. En estos últimos años hemos avanzado mucho, sin dudas. Las investigadoras estamos más visibles, creo que pudimos independizarnos. Pero a veces cuesta salir de esos espacios, llegar a un cargo. Quizás somos muchas las mujeres que hacemos ciencia pero, ¿cuántas llegan a cargos altos? Los mayores cargos suelen estar ocupados por varones: directores, jefes… Hay organismos que a la hora de recategorizar comenzaron a tener en cuenta cuestiones como cantidad de publicaciones según tus experiencias al momento de trabajar: si tenés hijas o hijos chicos, si recién fuiste mamá. Celebro que ahora se consideren esas cosas.

-¿Las “anulaciones” que mencionás fueron por ser mujer?

Sin dudas. Quizás siga habiendo personajes así, pero ya no lo normalizamos, ahora estamos más atentas y son cosas que podemos manifestarlas. Hay cuestiones que en la práctica son claves. En este sentido la capacitación me ayudó mucho para seguir pensandonos. Seguramente muchas atravesamos situaciones de maltrato. Cuando estaba embarazada, por ejemplo, me han llegado a decir: “Uh, ¿y ahora qué vas a hacer? Y qué sé yo. Me parece que eso no era lo más importante. Eso pasa mucho. Si no estás 100% disponible pareciera que no sos bueno, no hacés ciencia. Yo trabajo mucho pero también tengo otras prioridades. A esta altura no dejaría de lado mi vida. Tengamos o no una familia, quienes investigamos sí tenemos derecho a hacer otras cosas. Eso también está cambiando. Es algo que también está muy ligado a una, a la carrera, a las instituciones en la que nos formamos, a las miradas que nos atraviesan. Tiene que ver con esto de no correr detrás del paper

Por Mariana Hidalgo y Ale Armentia