“¿De qué manera un residuo plástico puede contribuir a generar una mayor resistencia de los suelos viales?”, se preguntaron desde el Centro de Investigaciones Viales ( LEMaC, CIC- UTN FRLP) y comenzaron una serie de estudios preliminares que tienen como objetivo determinar la eficacia de la incorporación de barbijos triturados de un solo uso en la mejora y estabilización de suelos viales finos, en vistas a la constitución de subrasantes o capas de subbase. El proyecto tiene una doble finalidad: por un lado, resolver el problema de la acumulación de un pasivo ambiental como los barbijos descartables y, por el otro, incrementar la vida útil del pavimento.
El suelo vial se caracteriza por ser un material granular que se emplea en pavimentos, en la constitución de capas que se encuentran por debajo de la denominada rodamiento, llamadas bases, subbases y subrasantes. Estas capas pueden ser estabilizadas con cemento, cal o técnicas como asfaltos en frío. En reemplazo de esas técnicas tradicionales, y a partir del trabajo realizado, los investigadores encontraron un material que le otorgaría mayor durabilidad a dos de esas capas: la friselina, componente con el que se confeccionan los barbijos, delantales, cofias médicas, entre otros. “Se trata de establecer una vía de deposición de este residuo, que ha incrementado sus volúmenes de producción de manera exponencial desde el inicio de la pandemia, con una utilidad en cuanto a la aplicación vial asociada”, explicó Julián Rivera, Subdirector del LEMaC.
Los barbijos fueron esterilizados en el laboratorio y se estudió de qué manera incorporarlos en obra para que, entre otros, no se vuelen durante la construcción de la capa. Una vez confirmada la factibilidad de la técnica fueron triturados en igual tamaño a nivel industrial y a nivel de laboratorio e incorporados a tres tipos de suelos, representativos de la gama de suelos que tiene la provincia de Buenos Aires. En esta etapa, además, se determinaron los porcentajes óptimos que permiten la mejor respuesta estructural del pavimento. “Nuestro trabajo apunta a dos capas: subbases y subrasantes. Si, por ejemplo, el valor soporte relativo del suelo natural es de 20 % y para constituir una subbase se necesita 40 %; lo que nosotros descubrimos es que con la incorporación de los barbijos podemos llegar a un valor de 50 %, sin la necesidad de tener que usar cemento o algún otro material adicional”, explicó Rivera.
“Se trata de establecer una vía de deposición de este residuo, que ha incrementado sus volúmenes de producción de manera exponencial desde el inicio de la pandemia, con una utilidad en cuanto a la aplicación vial asociada”
explicó Rivera
A partir de los análisis de prefactibilidad, a nivel laboratorio se registraron resultados positivos con incrementos de aporte estructural de hasta un 100%. No obstante, para llegar a la colaboración óptima del barbijo en la mejora de los suelos se necesitaría aproximadamente de un millón de barbijos por cuadra dentro de las zonas urbanas. “Su campo de aplicación ideal serían vías de bajo tránsito urbanas y caminos rurales por lo que el ámbito municipal es el nicho preferencial al que se está apuntando”, enfatizó Rivera. Por otro lado, el LEMaC mantiene contacto con Vialidad Nacional en Chubut posicionando a la provincia como otro de los lugares donde podría aplicarse el trabajo. En este marco, se están realizando los estudios para la materialización de los primeros tramos de prueba.
Esta iniciativa forma parte de un proyecto de investigación comprendido por el Programa de Incentivos del Ministerio de Educación de la Nación denominado “Inclusión de nuevas tecnologías y materiales alternativos en pavimentos flexibles multicapas; diseño, aspectos económicos y análisis estructural”. El trabajo es dirigido por el LEMaC y se lleva a cabo con integrantes de la Universidad Tecnológica Nacional – región La Plata y Avellaneda-, la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad de la República (Uruguay), la Universidad de Piura (Perú) y la Universidad Politécnica de Cataluña (España).
Por Mariana Hidalgo