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Estudian un método natural para atrapar al mosquito que transmite el dengue

Un equipo de profesionales de la Universidad Nacional de General Sarmiento investiga la construcción de trampas cebadas con compuestos florales que atraen al insecto. Una alternativa ecológica para controlar su población

  • Entrada publicada:9 mayo, 2023

Como la leyenda alemana del flautista que salvó al pueblo de Hamelín de una plaga de ratas encantándolas con el sonido de su instrumento para dirigirlas hacia el río, un grupo de científicas y científicos se pregunta si es posible atraer al mosquito Aedes Aegypti pero no con música, si no con el aroma de determinadas plantas

Si esto funciona -junto con otras medidas- se generarían condiciones a futuro para controlar la proliferación ascendente del insecto y por lo tanto ponerle un freno a los virus que transmite. La situación lo amerita: Argentina está viviendo el peor brote de dengue de su historia, registrando más de 84.000 casos a nivel nacional y 56 personas fallecidas. Si los picos altos de cantidad personas infectadas antes se producían cada cinco o seis años, ahora el ritmo se estaría acelerando: el último había sido hace apenas tres, en 2020.

La comunidad científica coincide en que la población de este mosquito ya está perfectamente establecida en el país, desde el límite superior de nuestro mapa hasta el norte de la patagonia. Para explicar este crecimiento, uno de los factores clave es la adaptación del insecto a temperaturas más bajas. Pero no es el único, también hay características locales que favorecen su desarrollo: condiciones de vida de hacinamiento en barrios populares, falta de acceso a servicios públicos como la provisión de agua potable o de recolección sistemática de residuos, presencia de basurales, entre otros puntos. 

Para afrontar este contexto es que un equipo de profesionales del Área de Ecología del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) se encuentra investigando alternativas para el control poblacional del Aedes Aegypti utilizando trampas cebadas con compuestos vegetales que actúan como elemento atrayente. 

La investigación fue seleccionada para recibir el subsidio Ideas Proyecto, impulsado por la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CICPBA), y el grupo de trabajo que la lleva a cabo está integrado por Carlos Ruggerio, Giselle Querejeta, Rubén Lombardo, Lorena Gómez, Gustavo Kohan, Érica Godoy y Celeste Barrionuevo.

La ineficacia de los insecticidas

El proyecto tiene la intención de crear un sistema que sea ecológico pero que además sea más efectivo que los plaguicidas que se utilizan para fumigar, los cuales han demostrado ser ineficientes para disminuir la presencia del insecto, salvo en situaciones particulares.

Uno de los problemas es que estos productos sólo matan al mosquito adulto y eso tiene un efecto momentáneo. Porque después tenés toda una reserva de huevos, en diferentes recipientes que hay habitualmente en el ámbito doméstico, y en cuestión de días tenés otra vez una población de mosquito adulto picando”, explicó el doctor Ruggerio, director del proyecto.

“A su vez, lo que sucede cuando se fumiga es que es probable que haya una proporción de mosquitos que va a ser resistente al insecticida. Si hay una parte que sobrevive, esos tienen más posibilidad luego de poner huevos, reproducirse y en la próxima generación va a haber más mosquitos resistentes. Entonces el producto va perdiendo efectividad y es necesario desarrollar otros nuevos, cada vez más tóxicos; por eso no se recomienda su uso generalizado”, detalló.

Sólo en algunos casos concretos es recomendable fumigar con estos compuestos. “Suponete que detectaste un caso de dengue en una persona que vive en determinado lugar, entonces ahí sí sirve, porque si a una persona la picó una mosquita, esa mosquita puede picar a otra persona y transmitirle la enfermedad. En ese caso sí tiene sentido matar a las mosquitas adultas”, remarcó el investigador. Pero para lograr el control poblacional, son ineficaces y además contaminantes.

Buscando el aroma indicado

El equipo de la UNGS viene investigando desde hace 10 años al mosquito. Este trabajo parte de la premisa de que algunas plantas tienen la capacidad de atraer a las hembras para que pongan sus huevos en determinados lugares. Si estos compuestos florales atractantes se colocan dentro de trampas, sería posible atrapar tanto a los ejemplares adultos como a sus embriones. Se abriría entonces la posibilidad de regular la población de mosquitos de manera más efectiva.

El estudio se encuentra en una fase de investigación y experimentación. Hay plantas que están reportadas en bibliografía científica como atractantes naturales, pero en general son resultados de pruebas de laboratorio. “Lo que estamos viendo, es que esos resultados que se informan, no funcionan de la misma manera en el campo. Por eso es que nosotros trabajamos en los dos ámbitos. Hacemos experimentación en laboratorio, pero el más importante es el trabajo que hacemos en el campo, que es un trabajo de ecología urbana”, afirmó. 

Las plantas atraen a los mosquitos por los aromas que producen en base a reacciones químicas que se generan en la interacción con el agua. “En algunos casos la solución genera dióxido de carbono, y ese es uno de los atractantes naturales de los mosquitos. De hecho, una de las razones por las que nos localizan a nosotros es porque emitimos ese compuesto cuando respiramos”, indicó.

En primer lugar probarán con la Lobularia Marítima, una de las plantas que figuran en los libros como elemento atrayente. Pero además, también ensayarán con pasto. “Una de las hipótesis es que cuando uno corta el césped y salpica a los recipientes, se produce una descomposición de esa materia orgánica y eso podría ser un atractante para la hembra, porque las larvas van a tener alimento, ya que se alimentan de la materia orgánica que haya en el agua”, apuntó.

“Sería un golazo que algo como el pasto sea un atratactante efectivo porque puede ser muy fácil construir una trampa con ese compuesto. Pero no tenemos todavía resultados para confirmar esto. Si no funcionan estos, habrá que seguir probando con otros. Hay una combinación gigante de plantas que uno puede usar”, aseguró Ruggerio.

Caer en la trampa

Para atrapar al mosquito, ya vienen haciendo pruebas utilizando dispositivos construidos con frascos de mermela de vidrio, de 250 gramos, pintados de negro por fuera. Adentro ponen una tablita bajalengua -como la que usan los médicos- sujetadas por un clip y le agregan agua.

Colocan varios de estos frascos, con soluciones de distintos compuestos florales en cada uno o sólo con agua en lugares estratégicos, para evaluar el comportamiento del mosquito. Algunas de estas trampas son de oviposición, apuntan a atraer a la hembra para que ponga sus huevos dentro del recipiente. Otras, son de captura. “Lo que estamos probando son trampas que tienen diferentes tipos de embudo, para que el mosquito entre y no pueda salir”, remarcó. 

Un complemento

Dependiendo del resultado de la investigación, el proyecto tiene el potencial de derivar en la construcción de dispositivos que se podrían replicar de forma casera, también las podría proveer o utilizar el Estado, o podrían ser desarrolladas como un producto comercial. 

De todas formas, Ruggerio aclara que se trata de un complemento al descacharreo: “eso no hay que abandonarlo, hay que fortalecerlo. Todavía no hay una conciencia de la comunidad respecto a la importancia que tiene descacharrar. Lo vemos en nuestro trabajo con vecinos. Pero también proponemos que si realmente podemos construir trampas efectivas, sean complementarias, tanto en el ámbito doméstico como en los espacios públicos”.

Por David Barresi