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“La mujer en la ciencia es una historia de desigualdad, que poco a poco va cambiando su final”

Este mes seguimos conmemorando a la mujer trabajadora. Paula Alfieri, investigadora de la CIC, asegura que hubo que atravesar una crisis sanitaria mundial para reconocer la capacidad y el potencial de respuesta de las científicas.

  • Entrada publicada:23 marzo, 2021

Paula Alfieri es investigadora de la CIC, Licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires y Doctora de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata.

Se inició en la ciencia desde que comenzó a estudiar como pasante dentro de la UBA, en el 2011 ingresó a la Carrera Personal de Apoyo a la Investigación de la Comisión de Investigaciones Científicas. Luego, continuó su formación realizando el doctorado e ingresando en el 2018 a la Carrera de Investigador.

Hoy trabaja en el desarrollo de un spray biocida de acción prolongada para sanitización de superficies. El proyecto surgió en el comienzo de la pandemia, tratando de aportar a la paliación de Covid-19. Ya está siendo usado por el Ministerio de Salud de la Provincia, en hospitales y centros de detección de la costa atlántica.

¿Qué significa el 8M?

El 8M es una fecha importantísima e histórica porque fue el comienzo de una movilización y un alza de la voz de las mujeres en defensa de sus derechos. Ese hecho inspiró luego de varios años el inicio de una movilización sin precedentes contra la desigualdad de género en todas sus vertientes y es lo que hoy en día generó el inicio de un cambio de paradigma, en todo lo concerniente a la igualdad de derechos no solo para las mujeres sino para todos los géneros.

¿Cuál es la situación de la mujer en el campo laboral, específicamente en la ciencia?

La mujer en la ciencia es una historia de desigualdad que poco a poco va cambiando su final. Creo que es algo que está en tendencia a mejorar notablemente y es que es un tema de suma importancia no solo en este ámbito sino en todos. Es importante, relevante y necesaria ya que marca una diferencia como sociedad: la participación y representación de las mujeres es vital para la construcción de una sociedad y como camino para buscar y concretar la igualdad de derechos y oportunidades que permitan avanzar hacia la equidad.

En cuanto a la ciencia específicamente creo que es algo más importante aún porque no solo habla de la desigualdad que hubo no hace muchos años atrás, sino también que fue una fuente de patriarcado desconsiderado, menospreciando ideas, trabajos de años y frustrando carreras por el simple hecho de ser mujer. Por suerte todo esto está cambiando pero aún queda mucho camino por recorrer y creo que la paridad de género es la solución para que esta pregunta ya no tenga que formularse.

Si bien hay avances en el reconocimiento de las mujeres, todavía son insuficientes. ¿Visibilizar esta realidad, es una cuestión marketinera o hay acciones concretas en favor de la igualdad y la equidad?

Creo que los avances están, lentos, pero para mejor. Un ejemplo de esto son los números en Argentina donde el 51% aproximadamente del sistema científico está representado por mujeres pero, solo el 20% cuando se trata de puestos jerárquicos. Esto último, demuestra que hubo un avance en la paridad de género pero que queda mucho por trabajar en la llegada de las mujeres a puestos jerárquicos debido a que hay una masculinización de las jerarquías muy intensa. Nos cuesta mucho llegar por ejemplo, a las mesas de decisiones. Tampoco estamos en comisiones evaluadoras, Secretarias de Ciencia y Tecnología o ejerciendo como rectoras de universidades nacionales (el llamado techo de cristal). 

¿Qué pasa con el lenguaje y una utilización del mismo que sigue invisibilizando a mujeres y diversidades?

Creo que esto surgió  de la realidad injusta en cuanto a la paridad de género, lo cual se proyectó en los problemas y las discriminaciones sobre la lengua. De ese modo el dominio masculino en la sociedad se presenta como origen del predominio masculino en los géneros gramaticales, creo que esto no va a cambiar hasta que no desaparezca por completo el machismo en la sociedad.

La pandemia y su consecuente confinamiento ¿afectaron a las mujeres en el trabajo?

Sí, parte es por la desigualdad que aún existe: Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres están mayoritariamente empleadas en un mercado laboral segregado, de peor calidad y más precario, lo que disminuye sus recursos económicos para afrontar la crisis. La precariedad laboral se incrementa drásticamente en contextos de crisis, con la consecuente pérdida de empleo y desprotección social. Este hecho deja a las mujeres que trabajan en estos sectores más precarizados en una situación particularmente vulnerable.

Por otro lado, los roles de género que definen los cuidados como una tarea casi exclusivamente de mujeres hacen que sean ellas quienes sustentan el peso fundamental del sistema de cuidados. Tanto en los trabajos formales (salud, limpieza, trabajo social y sector servicios, entre otros) como en los informales (tareas domésticas y cuidados de personas dependientes), la responsabilidad recae mayoritariamente en las mujeres. El confinamiento ha intensificado dicha carga, limitando su desarrollo profesional y aumentado el riesgo de exclusión laboral. Por ejemplo, el cierre de las escuelas se ha traducido en una reducción de la jornada laboral formal de las mujeres y, a menudo, en una sobrecarga de trabajo no remunerado. Por ello, no sorprende que los primeros datos de evaluaciones socioeconómicas muestren una mayor pérdida de ingresos y empleo en mujeres, y un aumento en la precariedad de la economía informal.

Por otro lado, la consecuencia más devastadora del confinamiento ha sido el aumento del número de casos (reportados o no) y la intensidad de los episodios de violencia sexual, física y psicológica. La posibilidad de reportar agresiones durante la cuarentena se ha visto reducida por el aislamiento. En este proceso influye el menor contacto con la familia y otros núcleos externos, el aumento de horas de convivencia con el agresor.

Por último, existe un desequilibrio claro de roles de liderazgo en la respuesta a la pandemia. A pesar de trabajar en primera línea del sistema de cuidados, las mujeres están infrarrepresentadas en las posiciones de toma de decisión. Un ejemplo es el Comité de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud para COVID-19, que cuenta con un 20% de representación femenina. Según datos de febrero de 2020 publicados por Women in Global Health, por cada tres hombres citados en todo el mundo durante la cobertura mediática del coronavirus, solo se cita a una mujer.

En el mismo sentido que la pregunta anterior, ¿qué pasa con las investigaciones y el desarrollo de las mismas?

En cuanto a la ciencia, durante el 2020 hemos sido protagonistas en los trabajos, para dar respuestas ante la pandemia del COVID-19, siendo pioneras en materia de salud pública, vacunas y tratamientos innovadores, pese a la sobrecarga de otras tareas tal como se mencionó y a los prejuicios y los estereotipos de género. Lamentablemente, se tuvo que esperar a una crisis sanitaria mundial para reconocer la capacidad y el potencial de respuesta de las científicas a nivel mundial, pero, viendo el lado positivo, esto rompió con mucho de los estereotipos con lo cual este hecho va a marcar un antes y un después para la mujer en la ciencia: en este periodo hemos roto los techos y las paredes de cristal que nos enmarcaba dentro de la ciencia.

La ley de financiamiento a la actividad científica, aprobada recientemente, postula “propiciar la igualdad real y efectiva de la participación de la mujer y la población LGTBI+ en todos los niveles y ámbitos del sistema científico tecnológico”. ¿Cómo se reflejaría en la práctica?  

Se verá cuando haya acceso a posiciones jerárquicas y de toma de decisión, igualdad en la participación y promoción dentro del sistema científico y en los resultados, ya que toda diversidad propicia a ciencia de mejor calidad.