La pandemia del coronavirus quedó como un mal recuerdo de nuestra historia reciente. Parte de un mal sueño. Algo que preferimos olvidar como si nunca hubiera sucedido. Además de haber afectado nuestras vidas en varios sentidos, alumbró sobre otra problemática de la que se hablaba poco hasta ese momento: la de salud mental.
Aquellos días en los que las familias padecieron durante semanas enteras el aislamiento y el encierro parecen lejanos. Un momento particularmente angustiante para las niñas y niños. ¿Cuáles fueron los efectos que quedaron en la salud mental de las infancias? ¿Cuáles son los padecimientos de salud mental más comunes?
Para acercarse a una respuesta a esta y otras preguntas, un grupo de investigadoras del CEREN de la Comisión de Investigaciones Científicas, trabaja en el marco de la convocatoria Ideas-Proyecto; y con el aval del Programa Infancias y Juventudes – Cuidados y asistencia en Salud Mental de la Subsecretaría de Salud Mental de la provincia de Buenos Aires.
Si bien en los últimos años en el debate público está cada vez más presente la salud mental, los datos concretos sobre el estado de situación de las infancias en esta rama de la salud son escasos. En este sentido el proyecto busca generar conocimiento científico sobre la salud mental de niñas, niños y adolescentes en el Gran La Plata que sea de utilidad para la aplicación de políticas públicas de salud.
Entre los objetivos de la investigación se busca describir las manifestaciones psicológicas en las infancias, reconocer necesidades de atención y relevar información sobre el acceso a servicios de salud mental.
Respecto a las manifestaciones en las infancias, los cuestionarios utilizados en la investigación permitieron observar la emergencia de problemáticas de atención y somatización en niños y niñas de escolaridad primaria, mientras que en adolescentes se registraron manifestaciones de ansiedad, desatención y agresividad.



Manifestaciones de la salud mental en las infancias
En 2022 la Provincia lanzó el Plan Provincial Integral de Salud Mental de Buenos Aires, el cual se planteó, entre otros objetivos, relevar información epidemiológica y de dispositivos de atención y cuidados que constituya un insumo para el diseño, evaluación e implementación de las líneas temáticas del plan provincial de salud mental. Para sustentar la elaboración e implementación de estas políticas públicas, resulta imprescindible contar con datos empíricos y confiables, que orienten las intervenciones y permitan evaluar sus resultados. “Encontramos que la información epidemiológica sobre salud mental en infancias era un tema vacante en este sentido”, expresó la Dra. Maira Querejeta, directora del proyecto. Cabe destacar que en 2021, la salud mental en infancias pasó a ser un área específica de la salud pública provincial creándose el Programa Infancias y Juventudes – Cuidados y asistencia en Salud Mental.
Para esta investigación, que inició en 2023, el objetivo es “indagar las características de la salud mental en niñas y niños así como analizar en qué medida ciertas manifestaciones pueden atribuirse a la pandemia”. Las investigadoras utilizan una “metodología mixta”: combinan una encuesta autoadministrada sobre una muestra representativa de escuelas públicas de todos los niveles escolares en la zona de La Plata, Berisso y Ensenada; a la vez que realizan entrevistas cualitativas a profesionales de salud mental.
La Dra. Maira Querejeta señala que, en algunos contextos, se observa una tendencia a interpretar ciertos comportamientos infantiles desde una mirada patologizante: “A veces existe la necesidad de ponerle un nombre a lo que se está viviendo, pero hay manifestaciones —como berrinches, temores o episodios de angustia— que, en ciertas coyunturas, pueden formar parte del desarrollo propio de la infancia”, dice. En ese sentido, destaca la importancia de diferenciar lo que corresponde al curso esperado del desarrollo infantil de aquello que podría requerir atención u orientación específica.
¿Qué hallazgos muestra hasta ahora la investigación? “En primaria y secundaria encontramos alrededor de un 20% de encuestados que por sus manifestaciones de salud mental requerirían seguimiento y/o atención, un dato que va en sintonía con la información hallada en la población adulta; explica la investigadora de la CIC e integrante del proyecto Justina Romanazzi. Agrega que en jardín de infantes se encontraron con un porcentaje menor que en nivel primario y secundario, pero aclara que “no se puede afirmar como tendencia general” debido al menor número de participantes en este nivel.
Para ese porcentaje de niñas y niños en posible situación de riesgo la recomendación es acudir a un dispositivo de atención y cuidados en salud mental para recibir orientaciones al respecto, lo cual no siempre implica comenzar un tratamiento, o concluir la presencia de un cuadro clínico que pueda “estigmatizar o etiquetar a niñas y niños”, explica Maira.
Sin embargo, respecto de la premisa principal sobre los efectos del Covid-19, las investigadoras encontraron que las problemáticas que se presentaron en ese momento quedaron como un mal recuerdo de ese suceso específico. “Frente a la pandemia niños y niñas manifestaron angustia por no poder ver a sus amigos o familiares, miedo a salir de casa y contagiarse, aburrimiento al interrumpir sus rutinas, pero en la mayoría de los casos, estas manifestaciones no persistieron, sino más bien consistieron en respuestas psicológicas frente a un contexto inédito como el confinamiento por la pandemia”, explica Maira mientras agrega que esas respuestas “no eran en sí mismas patológicas”.


La importancia de hablar de salud mental
El traumático suceso del Covid-19 expuso otra problemática tan preocupante como silenciosa al lado de lo que genera una pandemia. Al respecto, las investigadoras reflexionaron que en la actualidad “las familias están más permeables y abiertas a intervenciones sobre salud mental”.
Además, las investigadoras destacan que existen múltiples acciones que cumplen un rol preventivo y generan un impacto positivo en la salud mental. Brindar oportunidades para que niñas y niños participen en actividades que les produzcan bienestar, como talleres de juego, espacios recreativos o propuestas culturales, promueve el desarrollo y salud integral. No toda intervención debe necesariamente llevarse a cabo en un consultorio; muchas veces, el sostenimiento de contextos protectores y motivadores, como entornos escolares inclusivos, espacios de convivencia entre pares, propuestas deportivas y artísticas, entre otros, constituye una estrategia clave para la promoción de la salud mental.



Es así que en el marco del proyecto se realizaron talleres de uso de pantallas para niñas y niños en las escuelas, en los cuales las familias se mostraron sumamente predispuestas a participar. “Muchas familias buscan limitar el tiempo del uso de los celulares, cosa que en estos tiempos es muy difícil”, afirma la investigadora de la CIC e integrante del proyecto Ana Laguens.
“Buscamos estrategias para regular el uso de las pantallas, entendiendo que en la realidad actual es muy difícil que un niño no tenga ningún contacto con ellas antes de los 2 años”, agrega Laguens.
Además, para el nivel secundario se elaboraron recurseros de salud mental con información sobre programas de acompañamiento, líneas telefónicas y canales de contacto, para que las y los adolescentes pudieran acceder a orientación o realizar consultas cuando lo necesitaran.
El diseño de estos talleres y materiales responde a la importancia, subrayada en el Plan Integral de Salud Mental de la Provincia, de fomentar el cuidado de la salud mental de manera integral, a través de dispositivos múltiples que van más allá del espacio de terapia individual.
Por Juan Vera Visotsky