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Noelia Burgardt: “La soberanía en la producción de medicamentos es esencial para cumplir con el derecho a la salud”

La biotecnóloga e investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes dialogó con Soberanía Científica sobre las características estratégicas del sector y las capacidades nacionales para producir medicamentos.

  • Entrada publicada:20 noviembre, 2025

Noelia Burgardt es licenciada en Biotecnología, Doctora en Ciencias Básicas y Aplicadas e investigadora del CONICET en el Laboratorio de Expresión y Plegado de Proteínas de la Universidad Nacional de Quilmes, donde además es profesora.

Hasta el 2023 trabajó en la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP), organismo que tenía entre sus funciones articular la producción pública de medicamentos y que fue suprimido por el DNU 70/23, al derogar la Ley 27.113 que establecía su creación y declaraba de interés nacional y estratégico al sector.

La especialista se encuentra actualmente dirigiendo un proyecto de investigación que fue seleccionado en la convocatoria Ideas Proyecto de la Comisión de Investigaciones Científicas que tiene por objetivo relevar y analizar las capacidades en investigación, desarrollo y producción pública de medicamentos existentes en la Provincia Buenos Aires.

En ese marco dialogó con Soberanía Científica sobre el carácter estratégico que tiene la producción pública de medicamentos; las capacidades que tiene el país y la Provincia en el sector y las políticas públicas que hacen falta impulsar para fortalecerlo. 

¿Por qué la producción de medicamentos tiene que ser considerada como un sector estratégico por parte del Estado?

Todo lo que tiene que ver con la producción de medicamentos es importante por el hecho de que para poder garantizar el derecho a la salud hace falta, entre otras cosas, poder acceder a los tratamientos médicos y a los medicamentos. Entonces, ya de por sí, siempre es necesario facilitar el acceso de la población a estos productos.

Pero si esos medicamentos son todos desarrollados y producidos en otros países, implica que hay que importarlos, lo que conlleva un problema económico para poder adquirirlos. Por eso, contar con las capacidades para poder producirlos en nuestro país, favorece por un lado un ahorro concreto. Pero también es imprescindible la producción local para poder dar respuesta a algunas enfermedades en particular para las cuáles no se producen medicamentos en otros lugares del mundo.

Por ejemplo, en nuestro país tenemos a la Fiebre Hemorrágica Argentina que es una enfermedad que tiene un 50% de probabilidad de muerte, es decir, es muy terrible y solamente ocurre acá. Contar con la posibilidad de producir una vacuna en el país es clave para poder dar respuesta a esta problemática sanitaria que es exclusiva de nuestro territorio. En este caso, la vacuna la hace el laboratorio del Malbrán en el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Dr. Julio I. Maiztegui” (INEV).

Entonces, tener un sector científico que impulse el desarrollo de medicamentos y un sector productivo que haga producción a nivel industrial, es esencial para poder dar respuesta a la demanda sanitaria de nuestro país. Pero además, la producción de medicamentos a nivel industrial también tiene una vinculación con otras áreas productivas del país porque hay maquinaria, por ejemplo las que se utilizan para hacer comprimidos, que son de industria nacional. Es decir, hay otros sectores que también son impulsados cuando se refuerza la producción nacional de medicamentos. Esto claramente derrama en tener más trabajo y más industria nacional.

Y también hay otro tema importante por el cual es estratégico este sector: hace años que muchos principios activos -las moléculas que cumplen la función del medicamento- se importan, no se producen acá. 

Argentina supo tener una industria química muy fuerte. Pero eso se perdió y por conveniencia económica muchas empresas que producen medicamentos acá, compran los principios activos afuera. Entonces también está la posibilidad de volver a reforzar lo que es la producción propia de principios activos. Ahí, por ejemplo, está avanzando mucho el trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) con una planta piloto de producción de Ingredientes Farmacéuticos Activos (IFAs). Esto también tiene la posibilidad de impulsar otros sectores industriales.

Entonces, todo lo que es la producción pública de medicamentos combina las capacidades científico-tecnológicas del país e impulsa distintos sectores industriales para dar más trabajo y tener soberanía en este sector, que es esencial para poder cumplir con el derecho a la salud de la población.

¿Qué capacidades tiene Argentina para la producción pública de medicamentos? 

En Argentina tenemos producción pública de medicamentos desde hace muchísima cantidad de años. Se podría decir que se inició en 1916, cuando se creó el Instituto Bacteriológico que hoy conocemos como ANLIS Malbrán. 

Después se fueron creando muchos laboratorios a lo largo del tiempo, aunque con distinta dependencia: hay algunos que son provinciales, otros municipales y hay otros que pertenecen a universidades. Entonces, su funcionamiento está vinculado con la dependencia dentro de la que se encuentran. Si es un laboratorio municipal, su trabajo está planificado para abastecer hospitales municipales, por ejemplo. 

Si bien este gobierno nacional cerró la ANLAP y no está impulsando el sector de producción pública de medicamentos, los laboratorios siguen funcionando, algunos con más problemas que otros, pero continúan. Por ejemplo, uno que funciona hace muchísimos años es el Laboratorio Industrial Farmacéutico de Santa Fe. Recientemente en un congreso comentaron que ellos efectivamente tuvieron que aumentar su nivel de producción estos últimos años, porque como el gobierno nacional no está abasteciendo a la provincia, necesitaron hacerlo para poder cubrir esos medicamentos que no se están otorgando.

Entonces, parece una paradoja porque al final, estando en un gobierno que no impulsa la producción pública de medicamentos, de todas maneras en algunos casos hay laboratorios que están trabajando más.

El problema es que las capacidades, en algunos casos, si no hay presupuesto nacional para que el laboratorio funcione, efectivamente, se van a perder. Pero en general los laboratorios siguen funcionando y la mayor problemática que se está observando es que no hay una articulación entre los propios laboratorios, y entre éstos y el gobierno nacional.

Eso puede llevar a diversas problemáticas. Si no hay inversión, eso se va a reflejar a futuro, pero hay laboratorios que continuaron con proyectos de desarrollo de nuevos medicamentos y los están terminando ahora, a pesar de que ya no hay un apoyo desde el Gobierno Nacional. Hay otros otros casos, por ejemplo, en que sí se va a sentir: como todo lo que estaba vinculado con infraestructura, lo que era construcción de nuevas plantas.

¿Qué desarrollo tiene la Provincia de Buenos Aires en términos de producción pública de medicamentos?

La provincia de Buenos Aires tiene por un lado un laboratorio provincial, el Instituto Biológico Tomás Perón, que tiene varias plantas de producción: una de comprimidos, otra que está situada en Bahía Blanca y una planta de producción de vacunas antirrábicas para uso veterinario. Pero además, hay 4 laboratorios municipales: el de Trenque Lauquen, el de Hurlingham, el de Olavarría y el Laboratorio del Hospital Municipal San Luis de Bragado.

En el caso del Tomás Perón, además de producir medicamentos cumple con un montón de otras funciones desde que se creó, en 1950. La dificultad que tiene es que no ha logrado conseguir una habilitación de la ANMAT para funcionar a nivel nacional y poder llegar con sus productos a otras provincias del país, pero la habilitación provincial le permite abastecer a la Provincia y cubre con la demanda de muchos hospitales bonaerenses, con distintos tipos de medicamentos.

También ahí se hacen sueros antitoxinas, que son muy importantes porque hay algunos, por ejemplo, que solamente se producen en ese lugar, no se hacen en el resto del país. En esos casos, los llamados medicamentos huérfanos, que no los producen en el sector privado y sí se producen en el sector público, está permitido distribuir a nivel nacional. Hay una ley que lo permite, aunque el establecimiento no tenga una habilitación de ANMAT.

Estos sueros antitoxinas son claves porque ante una situación, como que te pica una araña o algún tipo de picadura con toxina, el único tratamiento es este suero.

¿Cuál era la importancia de la existencia de la ANLAP?

La ANLAP se encargaba de hacer una articulación entre los distintos laboratorios de producción pública de medicamentos, porque como tienen distinta dependencia, cada uno define su producción de acuerdo generalmente a lo que le indique la provincia, el municipio o la universidad. 

Y en ciertos casos se puede centralizar la producción de algunos medicamentos, para que no haya varios laboratorios produciendo lo mismo, y que por ejemplo un producto lo realice uno y lo distribuya al resto. Entonces, eso acota el tiempo de producción y permite aprovechar mejor las capacidades de cada planta.

La ANLAP estaba por un lado buscando eso, tratar de articular la producción de medicamentos entre los distintos laboratorios. Pero además, impulsar proyectos de inversión para poder modernizar o adecuar plantas, también hacer cursos de formación y de vinculación con la ANMAT para poder cumplir con las normativas de ese organismo.

Además junto con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, la ANLAP impulsó toda una línea de financiamiento de proyectos de investigación y desarrollo con un instrumento de financiamiento de la Agencia I+D+I (*), llamado FONARSEC, para poder impulsar el desarrollo de nuevos medicamentos que sean necesarios para nuestro país. 

Por ejemplo, formulaciones pediátricas que no existen para algunas enfermedades. Ese es uno de los proyectos que se desarrolló en el Instituto Biológico Tomás Perón: formulaciones pediátricas para tratamiento de HIV en niños. Porque las drogas que se utilizan para muchos tratamientos están dosificadas para adultos y si uno quiere administrársela a niños hay que desarrollar esas formulaciones.

Entonces, para el tratamiento pediátrico se usan jarabes generalmente y como no hay mucha demanda porque no son por suerte tanta la cantidad los niños y niñas que tienen esta enfermedad, muchas empresas privadas no lo producen porque no les resulta rentable y por eso se impulsó el desarrollo en el sector público, para poder contar con esa tecnología y desarrollar esos jarabes.

En el proyecto que están desarrollando parten de la premisa de que la industria farmacéutica ya no es tan innovadora como era antes. ¿A qué se refieren con eso?

Eso es algo que se observa a nivel mundial, no es un problema únicamente de nuestro país. Las empresas farmacéuticas son empresas privadas y buscan maximizar ganancias. Entonces, generalmente se enfocan en encontrar tratamientos que se puedan desarrollar rápido y que no demanden investigaciones que demoren mucho tiempo, para poder comercializar enseguida. Además buscan que sus desarrollos tengan alguna diferencia con los tratamientos que ya existen, porque de esa forma lo pueden patentar y tener el monopolio de ese medicamento durante 20 años.

En ese sentido, hay un montón de vicios en la industria farmacéutica que apuntan a eso. A veces, por ejemplo, buscan modificar por muy poquito un principio activo que ya existe y se usa para tratamiento de una enfermedad, pero como tiene una modificación química se puede patentar y presentar como un medicamento nuevo.

Incluso suele pasar que no se observa que sea mejor el tratamiento, pero como es un medicamento nuevo y las grandes industrias farmacéuticas invierten muchísimo en marketing y hacen mucha propaganda, convencen a los médicos y a la gente de que sus tratamientos son mejores, aunque no haya en realidad una mejora real. Así hay un montón de ejemplos que demuestran que el objetivo de esas empresas no es en realidad mejorar la salud de las personas, sino ganar más plata.

Y lamentablemente hay otras enfermedades para las cuales no se han desarrollado medicamentos o tratamientos nuevos en décadas, como por ejemplo la tuberculosis. Se usa el mismo medicamento que se usaba hace 20 o 30 años atrás y no hay estudios ni planes de desarrollar algo nuevo, porque como es una enfermedad que afecta a poblaciones vulnerables, que no tienen mucho poder de compra, entonces no pueden poner precios muy altos y no les interesa.

También otra cosa que se ve es que hay casos muy graves en lo que respecta a la resistencia antimicrobiana a los antibióticos. Y para eso tampoco hay prácticamente antibióticos nuevos que estén en fase de desarrollo por salir pronto y es una problemática de salud gigante.

En cambio, para las enfermedades crónicas, ahí sí hay un montón de desarrollo. Porque son medicamentos que tenés que tomar de por vida, entonces hay desarrollo porque claramente tienen garantizada la venta de esos medicamentos para las personas que sufren esas enfermedades.

¿Qué políticas públicas es necesario impulsar o reimpulsar en este contexto para fortalecer la producción pública de medicamentos?

Primero, me parece que está bueno mencionar que la producción pública de medicamentos es solamente una de las estrategias que puede tomar el Estado para garantizar el acceso a la salud en este aspecto. La realidad es que hay muchas otras estrategias. Pero contar con las capacidades de producción en el sector público es esencial, por todo lo que mencionaba antes.

Y para promoverlas, lo ideal es que se vuelva a crear una agencia como la ANLAP, que pueda trabajar junto con todos los laboratorios públicos en articular y mejorar las condiciones de estos establecimientos y su vinculación con el sector científico y tecnológico para el desarrollo de medicamentos. 

También para que se puedan vincular los distintos programas sanitarios a nivel nacional o impulsar a nivel de las provincias. Y en base a cuáles son las necesidades reales poder planificar qué tipo de medicamentos se adquieren en los distintos programas sanitarios, saber bien cuáles son y entonces tener claro cuáles se pueden producir en el sector público, para que se puedan fomentar y apoyar esas líneas productivas que son las que se necesitan para cubrir la demanda que efectivamente existe.

Ese tipo de líneas de trabajo me parece que ayudan a que el presupuesto que tiene el Estado para comprar medicamentos sea bien utilizado. Porque si se sabe cuáles son los medicamentos necesarios y que hay algún laboratorio público que los puede producir, pueden llegar a conseguirse a un 15% del precio más barato de lo que lo vende un privado

Obviamente también hay un montón de cosas que no se pueden producir en los laboratorios públicos. Entonces, tener vínculo con el sector privado, sobre todo los de capitales nacionales es clave. Por eso desde la ANLAP se mantenía un vínculo con ese sector en cuanto a conocer sus capacidades. Porque lo que hace falta es que tengamos la producción, después, si se puede en el sector público es lo ideal para para tener buenos precios, pero en el sector privado tenemos muy buenas empresas de producción de medicamentos con las que vale la pena tener buenos acuerdos para poder abastecer en función de las necesidades reales. 

(*) Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación

Por David Barresi