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Entrevista a Gabriel Bilmes: “La ciencia y la tecnología no son neutrales”

El especialista analiza la actualidad de la ciencia y la tecnología desde una mirada local, y explica que significa hacer "ciencia politizada".

  • Entrada publicada:10 noviembre, 2022

Gabriel Bilmes es doctor en física y desde hace 32 años es Investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia. Trabajó en múltiples investigaciones y desarrollos tecnológicos relacionados con la fotónica, un área asociada a la generación y la manipulación de la luz. En diálogo con Soberanía Científica, el físico define qué significa hacer “ciencia politizada”. Por otra parte, retoma el pensamiento de Oscar Varsavsky que “tiene una extraordinaria vigencia y nos permiten pensar el aquí y ahora” y analiza la actividad científica post pandemia: ¿salimos mejores?

Actualmente es investigador Superior de la CIC y dirige el Laboratorio de Ablación Láser, Fotofísica e Imágenes 3D del Centro de Investigaciones Ópticas (CIOP/ CIC-CONICET-UNLP). Además es docente de la Universidad Nacional de La Plata, dirige la revista Ciencia, Tecnología y Política de la UNLP, integra la RED de Pensamiento Latinoamericano en Ciencia Tecnología y Sociedad (RED Placts) y participó del documental “Varsavsky, el científico rebelde” estrenado recientemente.

En el documental citás a Varsavsky cuando dice que “hay que hacer una ciencia politizada” ¿Cómo relacionas esta premisa con la actualidad científica?

La ciencia y la tecnología no son neutrales. Como dice Varsavsky, la utilización de determinado tipo de tecnología y la producción de conocimientos asociados dependen del sistema económico y social: en qué se invierte, con qué fines y qué se investiga dependen de decisiones políticas acerca de las prioridades y objetivos de esa sociedad. Quiénes se benefician y quiénes acceden a los productos tecnológicos y a los resultados de esas investigaciones dependen de la visión ideológica de quienes sustentan el poder. Por tanto, la ciencia actual no crea toda clase de instrumentos, sino sólo aquellos que el sistema estimula a desarrollar. Hoy el sistema es el capitalismo informacional, neoliberalismo o economía de libre mercado, como prefieran llamarlo. Su estilo científico tecnológico no es el más apropiado para construir un futuro mejor en nuestro país. En este contexto, como decimos en nuestra revista y en la Red PLACTS, hacer ciencia politizada es actuar impulsando una agenda de Ciencia y Técnica (CyT) dispuesta a resolver las necesidades y problemas de nuestra sociedad, en el marco de un proyecto de país popular, igualitario, democrático, soberano, con perspectiva feminista, solidario y desde una mirada federal

Mencionaste la revista y la Red PLACTS ¿A partir de qué otros espacios se discuten las  ideas referidas a una agenda que involucre la resolución de los problemas sociales?

También tenemos la cátedra libre de la UNLP: “Ciencia, Política y Sociedad: Contribuciones a un Pensamiento Latinoamericano. 

Desde estos lugares recuperamos el Pensamiento Latinoamericano en Ciencia Tecnología y Sociedad que tuvo su desarrollo en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, porque muchas de sus ideas tienen una extraordinaria vigencia y nos permiten pensar el aquí y ahora. Figuras como Oscar Varsavsky, Jorge Sabato, Rolando García, Amilcar Herrera, y muchos otros, tuvieron la capacidad y la audacia de pensar el rol de la ciencia y la tecnología situados en esta parte del mundo y crearon herramientas analíticas para poder seguir haciéndolo. También hemos creado una biblioteca colaborativa de acceso gratuito que tiene más de 300 documentos y libros de pensadores de toda Latinoamérica. La cátedra libre la creamos en 2011, la revista en 2018 y la Red PLACTS que hoy está integrada por más de 100 científicas, científicos y profesionales de todo el país en 2020, en plena pandemia.

En una de las ediciones de la revista abordaron el tema de la desigualdad y anticiparon que post pandemia era algo que podría acrecentarse ¿Cómo llegaron a esa lectura en un contexto donde el discurso era “vamos a salir mejores”?

Como ocurrió en otros casos a nivel mundial, esa lectura la pudimos hacer a partir de entender cómo funciona el capitalismo en su etapa actual, lo que algunos autores llaman capitalismo informacional. Un ordenamiento económico y social a escala mundial, caracterizado por la deslocalización de la producción, la financierización especulativa, el lucro y la acumulación, que tiene como base un desarrollo acelerado de nuevas tecnologías que han producido un enorme impacto en la producción y la forma de vida de la sociedad. Se trata de un sistema que acrecienta las desigualdades y atenta contra la vida y el futuro de la humanidad. Por tanto, resulta ingenuo pensar que este mismo sistema y sus instituciones, como el FMI, por ejemplo, pudieran actuar en otra forma que no fuera acrecentar los beneficios de las corporaciones multinacionales y de los países centrales. Lamentablemente, como lo anticipamos, salimos de la pandemia peores, con más desigualdad y con una guerra en Ucrania que está en la base de la disputa por la hegemonía mundial y que nos pone peligrosamente al borde del abismo de una confrontación nuclear.

En el 2021 decías que la pandemia habilitaba la posibilidad de poder “darle otra dimensión a la ciencia argentina”, ¿creés que se logró?

Creo que se logró parcialmente. Se demostró que tenemos la capacidad de dar soluciones a las necesidades concretas de nuestra sociedad. Tenemos un complejo científico-tecnológico muy calificado y las respuestas que dio a la pandemia mostraron que una parte importante de las científicas y científicos de nuestro país está dispuesta incluso a cambiar sus temas de trabajo si las necesidades y las demandas de nuestra sociedad así lo requieren. Pero para ello debe haber un proyecto nacional coherente que fije un rumbo en términos de desarrollo, justicia, igualdad y soberanía. Eso lamentablemente no está ocurriendo y el riesgo de que se imponga nuevamente un modelo neoliberal, impulsado por una derecha muy violenta que ya está anunciando que va a barrer con derechos y libertades, es muy concreto. En ese modelo de país la ciencia y la tecnología, como ya lo mostraron, no son necesarias y las leyes e instituciones que permiten su desarrollo pueden ser barridas de la noche a la mañana con un simple decreto.  

¿De qué hablamos cuando hablamos de soberanía científico-tecnológica? ¿De qué manera se relaciona con tu área de trabajo, la Fotónica?

Cuando hablamos de soberanía científico tecnológica estamos pensando en una Agenda definida a partir de nuestros criterios de importancia y nuestras propias necesidades. Hablamos de desarrollar conocimientos para resolver los problemas socio productivos de nuestra Provincia y por tanto del país. Eso significa por un lado tener objetivos estratégicos encarados mediante políticas orientadas por misiones, por ejemplo, la lucha contra el hambre, el desarrollo de baterías de litio, la producción de medicamentos y vacunas, el desarrollo aeroespacial y satelital, las comunicaciones ópticas a través de la Red federal de fibras ópticas, entre otras. Por otro lado, el desarrollo de conocimientos para dar solución a demandas socio productivas de carácter regional y municipal, encaradas con una dinámica problema-solución mediante proyectos concretos. En ambos casos la fotónica puede tener un impacto directo por las razones que mencionaba anteriormente. Cuando están definidas claramente las demandas y hay voluntad política de darles solución, como se demostró durante la pandemia, hay capacidades para encontrar las soluciones. Durante la pandemia, por ejemplo, desarrollamos un equipo de alta sensibilidad para la detección rápida, directa y económica de diversos tipos de virus y bacterias, particularmente SARS-CoV-2. Este desarrollo financiado por la CIC y el CONICET que utiliza un sistema láser para la detección, está actualmente en etapa de validación y lo hicimos en colaboración con otras dos instituciones, el CIBION-CONICET y el laboratorio de Fotónica de la Facultad de Ingeniería de la UBA.

¿Qué es la fotónica?

La fotónica es el área de la ciencia y la tecnología asociada con la generación y manipulación de la luz. Es un campo de conocimientos cuyo impacto, tanto científico-tecnológico, como en la vida cotidiana, es tan grande que ha cambiado y sigue cambiando muchos aspectos del mundo en el que vivimos. Sólo como ejemplo, las comunicaciones como las concebimos hoy: Internet, los sistemas multimedia y la telefonía, no serían posibles sin los láseres y las fibras ópticas; la tecnología militar sin la fotónica no podría haber alcanzado el nivel de sofisticación y capacidad de destrucción que desgraciadamente tiene hoy. Los sistemas de iluminación y distribución de luz que se emplean en semáforos, carteles, luces de auto y el hogar, hoy utilizan LEDS, reduciendo el consumo energético. El aumento en la expectativa de vida de las personas y el cuidado de la salud, cuenta con el invalorable recurso de nuevos instrumentos para diagnóstico y cirugía basados en técnicas láser, procesamiento de imágenes, microscopías de muy alta resolución y endoscopios. El control de productos y procesos en la industria y la producción utiliza cada vez más sensores ópticos, láseres y procedimientos automáticos basados en técnicas fotónicas. La fotografía y las técnicas de filmación y video se han revolucionado con las cámaras digitales y los celulares, que utilizan pantallas de cristal líquido, OLEDS, LEDS y detección de luz con dispositivos CCD. En las fronteras de estas tecnologías aparece la posibilidad de contar con materiales que podrían producir invisibilidad, computadoras que funcionarían totalmente con luz, celdas fotovoltaicas que podrían permitir que la luz del sol proporcione hasta la mitad de la energía necesaria en el mundo y realidades mixtas producidas con imágenes en tres dimensiones.

¿Qué importancia tiene para la provincia de Buenos Aires el desarrollo de las tecnologías vinculadas a este campo?

En países como el nuestro y en la provincia de Buenos Aires en particular, un camino posible es identificar problemas y necesidades que la fotónica podría contribuir a solucionar utilizando productos y tecnologías que ya existen en los países centrales, sobre todo aquellas que son de uso público y que son baratas. Por ejemplo, la fotónica puede contribuir a proporcionar valor agregado a la industria y la producción, mediante el mejoramiento de sistemas de automatización y en el control de calidad de productos y procesos. Puede generar fuentes de trabajo calificado. Puede crear empresas de alta tecnología que tengan autonomía respecto de multinacionales y grandes consorcios. Puede contribuir a nuestra soberanía y al desarrollo de proyectos estratégicos, como el diseño y montaje de instrumentos y sensores para los satélites que se están haciendo en el país. Muchas de estas tecnologías se pueden adquirir con recursos muy razonables y tenemos capacidad instalada para reutilizarlas y darles usos originales.

¿Podés dar algunos ejemplos de la aplicación de la fotónica que ustedes hayan desarrollado en el Laboratorio? 

Por un lado, un proyecto que venimos llevando a cabo desde 2016 inicialmente financiado por la CIC busca transferir gratuitamente las tecnologías de registros 3D, realidad aumentada y realidades mixtas a los museos e instituciones del país vinculadas con el patrimonio cultural. Antes de la pandemia desarrollamos una aplicación que se llama Mu3D, un sistema para realizar registros 3D de las colecciones de piezas de los museos. Logramos transferirlo a más de 50 museos de la Provincia capacitando a su personal. Esta tecnología tiene un gran potencial. Por eso nos adjudicaron un proyecto FIT-BA para montar un laboratorio de tecnologías multimediales en la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural de la Provincia. También desarrollamos aplicaciones de realidad aumentada para el 24 de marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, y una aplicación de fotogrametría en 3D empleando drones. 

Además, contribuimos a la creación de una pyme nacional de alta tecnología, TOLKET SRL, radicada en la Provincia, que comercializa a nivel mundial un instrumento basado en un invento, que hicimos en colaboración con otro investigador de la UBA y que ganó el premio INNOVAR 2007. Ese instrumento   llamado ELAL permite medir en forma automática y en línea de producción el grado de limpieza de superficies.  Esta empresa también está colaborando en el diseño final del instrumento para detección de COVID y otros virus, que desarrollamos durante la pandemia.

En otra línea, desarrollamos en conjunto con la empresa VENG S. un sistema para hacer microsoldaduras con láser para la fabricación de dispositivos piroeléctricos empleados en la industria satelital nacional, específicamente para el programa del lanzador satelital. Los dispositivos producidos por este método fueron utilizados exitosamente en la prueba de lanzamiento del vehículo experimental VEX5A realizado en abril de 2017. 

Otros proyectos que están en carpeta y estamos empezando a explorar es un sistema láser para texturizar los electrodos de las baterías de litio. Esto permitiría aumentar su eficiencia. Todos estos proyectos y desarrollos han surgido de demandas concretas del sistema socio productivo provincial.

Por Mariana Hidalgo / Alejandro Armentia