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Entrevista a Marisa De Giusti: “El impacto de una investigación no puede medirse por las veces que es citada”

¿Cómo se mide el impacto de una investigación científica? La investigadora hace un diagnóstico sobre la situación actual de los repositorios digitales, la ciencia abierta y participativa en el país.

  • Entrada publicada:11 mayo, 2023

Marisa De Giusti, investigadora de la CIC, es una ferviente impulsora y pionera de la ciencia abierta en Argentina. En el año 2003 desarrolló el SEDICI, el primer repositorio institucional del país. “Adhiero a la ciencia abierta, adhiero al multilingüismo, es decir, no publicar en inglés sino publicar en tu lengua. Pero no cualquier tema, sino los que hacen a tu sociedad”, afirma.

Se cumplen 10 años de la sanción de la Ley 26.899 que exige a las instituciones científicas facilitar el acceso a las investigaciones a través de sus Repositorios Digitales. Hoy el sistema nacional de repositorios cuenta con 44 instituciones adheridas con casi medio millón de publicaciones, como suele decirse, en abierto. Entre esos está el de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia, el CIC-Digital.

La ciencia abierta busca la disponibilidad libre y gratuita de los materiales que se generan durante una investigación, y los repositorios digitales institucionales son una de las vías para generarlo. A fines del año pasado, a pedido del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, un comité conformado por expertas y expertos elaboró un diagnóstico sobre la situación actual de los repositorios, la ciencia abierta y participativa

De Giusti formó parte del comité y, en diálogo con Soberanía Científica, adelanta algunos avances y desafíos a futuro sobre la publicación en abierto; cómo afecta a la evaluación de las investigadoras y los investigadores y las diversas convocatorias dentro del sistema científico: “Urge pensar nuevas formas”, advierte y analiza: ¿Qué pasa con los datos que se generan a partir de una investigación? ¿Están en abierto? ¿Qué es la Ciencia Abierta y Participativa?

¿Cuál es la situación de nuestro país en relación a “ciencia abierta”?

Estamos en un momento bastante interesante. El año pasado fueron presentadas las recomendaciones para avanzar en Ciencia Abierta y Ciudadana ante el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación. En esas recomendaciones nos expedimos sobre las legislaciones que hay en el país, especialmente la Ley 26.899 del año 2013 y su reglamento; el contexto y algunos capítulos que generamos los distintos especialistas en función de la experiencia que cada uno tenía sobre el área. Originalmente, cuando uno hablaba de acceso abierto hablaba de revistas y de repositorios. La apertura de las revistas fue cambiando porque las editoriales fueron tomando la “vía dorada”, un tipo de vía de publicación y acceso a los materiales generados, que se presentó originalmente como completamente abierta, hacia un conjunto de revistas que las editoriales comerciales abren con la contraparte de que se paguen cargos por el procesamiento de artículos (APCs), lo que no es deseable. Entonces la vía de los repositorios quedó como la más fuerte, la más fácil y la más simple. Dentro de ese aspecto también hay muchas cuestiones ligadas a la interoperabilidad, por lo que es necesario generar una infraestructura a nivel institucional. En este sentido, hemos avanzado tratando de detectar las revistas que los centros generaban porque, en realidad, para tener revistas que sean completamente abiertas, tenés que tener una contraparte de sostenimiento institucional de esa revista. La Universidad Nacional de La Plata, por ejemplo, funciona bastante bien y tiene un sitio web donde se muestran qué revistas tiene la institución más allá de dónde se gestionan, que es otro tipo de desarrollo. Cuando digo gestión, digo todo el proceso editorial completo, pero la Universidad Nacional de La Plata tiene muchas revistas de calidad que están indexadas en buenos espacios. Nosotros manejamos el repositorio institucional de la CIC llamado CIC-Digital y el repositorio Institucional de la Universidad Nacional de La Plata central, que es el SEDICI. 

¿Por qué son importantes los repositorios?

Los repositorios se generaron con reglas fáciles de mantener a lo largo del tiempo, lo cual los transforma en herramientas muy útiles. Un repositorio tiene que tener un auto archivo donde el autor suba su obra, y reglas claras respecto de con qué licencias expone y difunde sus trabajos. Existen otras reglas o directrices que son internacionales y que se siguen a nivel latinoamericano, e incluso a nivel nacional, para exponer los recursos de manera tal que los registros sean cosechados en el país y, a posteriori, a nivel de referencia como un cosechador latinoamericano. El espacio de los repositorios creció con un montón de reglas y por la intervención del Sistema Nacional de Repositorios Digitales y luego del DACyTAr, que es el de los datos. En la actualidad, además del comité de expertos, hay financiamiento a nivel nacional, tanto para constituir un repositorio institucional, como para mejorarlo. Sin embargo, también hay aspectos que están pendientes desde todos los lugares que nos imaginemos y que sirven para avanzar. 

¿Esto está dentro del diagnóstico que generaron desde el comité? ¿En qué falta avanzar? 

En principio, eso. Hablamos en términos de diagnóstico, esa es la palabra. Cuando uno habla de avanzar en ciencia abierta, significa avanzar sobre todos los productos que se generan en una investigación abierta, lo cual tiene una lógica diferente, porque significa que desde que se plantea un proyecto de investigación, eso está en abierto. Pero hay otros materiales que no son ni los artículos, ni las presentaciones en congresos -que pueden ser los datos, los cuadernos que se generan en un proceso de investigación, el software con el que se sustenta tal o cual desarrollo- que tienen que estar en abierto. Entonces eso tiene una lógica de compartición y significa un gran desafío para los investigadores porque una investigación en abierto no se genera de manera sencilla. Generás un proyecto que tenés que compartir, que sus materiales se tienen que compartir. Tenés que generar, por ejemplo, un plan de gestión de los datos de investigación y un registro de los materiales que vas construyendo. Por ejemplo, en el marco de la UNLP y el SEDICI estamos iniciando el repositorio institucional de la UNLP, que es una mesa de datos abiertos. ¿Y esto por qué? Porque tenemos que aprender entre todos cómo describir un proyecto de investigación y cómo describir los datos que se generan para que posteriormente puedan ser retomados por otros. Esto es lo importante, cuando uno habla de investigación abierta tiene que tener como eje la reutilización, que vos puedas reproducir lo que se hizo con anterioridad de la misma manera que lo hizo el trabajo original para fijarte si está bien, corregirlo, avanzar en otros aspectos, generar un conjunto de datos distintos pero que complemente lo anterior, supere el anterior, que corrija al anterior, que de un aspecto más amplio. Pero para hacerlo tenés que tener esa investigación, ese conjunto de datos, esa planilla anotada para que otra persona la comprenda. Y después cómo la tenés que guardar, en qué formato la vas a guardar, etc.; son todas cosas en las que hay que pensar.

¿Todo eso se está pensando? ¿Tenemos un sistema de datos abiertos constituido?

Sí y no. Argentina generó a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el DACyTAr, un cosechador de registro que relata, describe y dice dónde está un contenido dado. Yo creo que Argentina tiene bastantes pendientes, el diagnóstico abunda sobre los antecedentes, la legislación y distintos aspectos como la infraestructura. Señalamos cuáles son todas estas infraestructuras que deberíamos tener a nivel institucional y a nivel nacional para avanzar de manera más completa y poder decir que efectivamente existen espacios donde se pueden alojar todas estas grandes tipologías. Después hay otro apartado que tiene que ver con el financiamiento y que tiene mucho que ver con la evaluación, porque digamos que si no hay financiamiento de los grupos de investigación para que trabajen interdisciplinariamente, para que compartan y describan todos los materiales de su investigación, etcétera, etcétera, es dar y proponer un trabajo sin haber dado los incentivos y todo lo necesario para hacerlo. Y esto no es menor, porque hacer un plan de gestión de datos es algo complejo, dinámico. También la evaluación, porque si yo digo: “trabajen en ciencia abierta, publiquen en los repositorios” pero evalúo en función de la cantidad de artículos sin considerar otra tipología; por un lado, estoy enunciando una cosa, pero por el otro, estoy castigando a los investigadores porque los estoy evaluando con otras reglas. Entonces, en el documento también mencionamos cómo se está evaluando y cómo podría evaluarse.

¿Qué considerás que está pasando con las instituciones que incentivan por un lado la publicación en abierto, pero evalúan con los métodos tradicionales? 

Pienso que la evaluación debería ser más simple. Si las hacés con reglas donde contás la cantidad de papers, es una evaluación cuantitativa, pero en realidad la evaluación debería ser cualitativa; y como parte integrante, poner los elementos cuantitativos de diversas especies. Hoy la métrica bibliométrica se tiene que sacar y reemplazar por una métrica alternativa que considere diversas cosas, no es que deje de lado cosas, sino que sume otros aspectos. Las disciplinas pueden ser muy distintas y en realidad la evaluación debería ir en el camino de un experto del área, que para eso se crearon las comisiones honorarias o las comisiones como tiene CONICET. Gente experta en un área que, por lo tanto, sabe en ese área dónde se publica, cómo se publica, cuáles son las prácticas, de qué manera producir ese impacto, etc. Impacto no lo producís solamente porque te citan, el impacto lo producís porque hay gente que te lee, y gran parte de la gente te lee lo hace porque tus documentos y tus trabajos están abiertos. Si la investigación no es accesible: ¿cómo va a acceder la gente? Entonces, una de las cosas que se ha diagnosticado en el documento es que hay que reemplazar esa práctica de evaluación.

¿Estas cuestiones son las que explican el retraso en publicar en abierto? 

El diagnóstico de por qué no se publica en abierto tiene muchísimas razones, pero sin lugar a dudas una evaluación tradicional y una convocatoria o llamado a proyectos que después van a evaluar de manera tradicional son los dos elementos que más determinan las cosas. Después, si querés avanzar en poner los datos en abierto y no entregar los datos a repositorios internacionales, o no dejar los datos en manos de la revistas nuevamente, tenés que hacer algunas cosas como estas mesas de datos donde generás un conocimiento compartido. Sin lugar a dudas la evaluación tradicional y la presentación de proyectos de manera tradicional es capitalmente lo más importante. Y luego, tener infraestructuras abiertas y tener gente que forme. Una cuestión importante es esa, la formación. Algunos dicen que la educación en estos temas debería ir desde la escuela secundaria, yo diría que al menos desde la currícula de inicio en una facultad, desde el principio hay que formar en ciencia abierta para que la estudiante o el estudiante sepa de qué se trata.

Publicar solamente en abierto es algo que se observa en investigadoras e investigadores con mucha experiencia. ¿Se le puede exigir lo mismo a quienes están iniciando sus carreras? 

Lamentablemente se genera una brecha, porque, claramente, a ese joven que entra el sistema científico lo va a evaluar de una determinada forma. Urge pensar nuevas formas de evaluación. En mi caso siempre publiqué en abierto. También hay que pensar que si firmaste un contrato hay que asegurarse que una versión del trabajo quede en abierto. En el repositorio podés agregar un adjunto al contrato donde se permite la apertura de tu trabajo en determinadas cosas, incluso una buena parte de las revistas. Aún las más cerradas permiten la publicación del trabajo en alguna de sus versiones. Creo que falta una mirada desde arriba, una bajada de línea a propósito de qué es y cómo se debe proceder en estos casos. 

Más allá de los obstáculos que mencionás, ¿hay un poco de resistencia de parte de las investigadoras y los investigadores?

Hay un sistema instituido. Si vos tenés que presentar un proyecto, el proyecto sigue ciertas reglas del juego: te evalúan la propuesta, a su vez te evalúan con determinadas reglas, tenés sistemas donde vos a sí mismo te presentás para que alguien te categorice y esa categorización también sigue determinadas reglas. Por ejemplo, si completás para crear tu CV en un sistema que ya de por sí reconoce solamente revistas determinadas, se complica. Es decir, hay todo un sistema armado, que sigue determinadas cosas. Para que las prácticas cambien hay que darle a las investigadoras y los investigadores la seguridad de que esto, en adelante, va a ser diferente. Tiene que haber una señal. Una señal a nivel nacional y una señal a nivel institucional. Es decir, a partir de ahora las reglas de evaluación van a ser reglas de la ciencia abierta entonces las comisiones van a evaluar, cambiando el formulario con el cual evalúan. O cuando vamos a financiar una Idea-Proyecto, se van a financiar ideas proyectos con tales reglas. Tiene que cambiarse eso y hacerse público y entonces sí, pero al revés no va a ser. Sin un claro indicio de que algo va a cambiar en esas reglas generales de evaluación, los investigadores no van a cambiar sus prácticas porque para las y los jóvenes y en pleno proceso de evaluación, eso sería entrar en un terreno resbaladizo en el cual después les puede ir mal o no pueden avanzar en la carrera. 

Otro de los puntos que están en el diagnóstico habla sobre “ciencia abierta y participativa”. ¿Qué significa esto? 

Para hablar de ciencia abierta y participativa y que realmente sea así, las líneas de investigación de un proyecto deben pensarse en relación a las cuestiones de la sociedad en sí misma desde el inicio y que ese ciudadano que no necesariamente pertenece a la academia o a los grupos de investigación, tenga el mismo acceso que el resto y pueda participar de la misma manera. “Participativa” no es que una persona que no pertenece a un grupo de investigación o que no pertenece a la Academia agregue un dato en un software que le han dado para poner en el celular, tiene que ser participativa en todo sentido y también exige una cosa muy importante que es un relato diferente de los proyectos, una forma de comunicar la ciencia de manera distinta, que no es menor y no es simple, es comunicar para que estén todos los aspectos de un proyecto de esa investigación relatados de manera comprensible para todo el mundo. Comunicadores de ciencia en el país son personas muy puntuales, son pocos lo que saben hacer de una manera muy especial, gente que está intentando una forma de hacerlo para que se comprenda, se asimile y lo interiorice mucha gente. Y esto es importante porque salen cosas muy interesantes de eso, salen otras miradas, miradas extraditas, vamos a decirlo así, distintas, desde otro lugar, desde lo que les pasa, por ejemplo. Entonces esto no es menor, me parece que es muy bueno, hay muchísimos proyectos de lo que se llama comúnmente ciencia ciudadana. El término “participativa” es muy interesante y en la cual, repito, es muy importante el brazo de la comunicación de esa ciencia. La comunicación tiene mucho por hacer en ese sentido.

¿Cuáles son las ventajas para la comunidad científica de trabajar en ciencia abierta y cómo se relaciona para vos con la idea de soberanía científica?

Se relacionan desde esta idea del impacto. Impacto entendido como algo que tiene un efecto en el mayor grupo posible de gente. El impacto no es que te citen, es que la investigación llegue a la sociedad, que no sea leída por las tres o cuatros revistas de siempre. El impacto de una investigación no puede medirse por las veces que es citada. No es solamente que te mencionen en un artículo científico, en un conjunto menor de revistas que ha puesto en un índice una editorial que gana mucho dinero. El impacto es hasta dónde llegas con tu trabajo. Cuando vos tenés las cosas en abierto mucha gente puede verlas. Ahí está la gran ganancia para mucha gente que pertenece a distintos espacios de una sociedad que, en definitiva, a través de sus impuestos está pagando la universidad pública, garantiza que vos aprendas, que yo aprenda, que seamos investigadores. Esto se vio muchísimo con el COVID. Para poder generar nuevas investigaciones y vacunas muy rápido, se manejaron otras reglas de juego porque se demostró que sin estar en abierto no servía, porque la gente no podía leer los trabajos previos para avanzar en una investigación nueva; entonces se abrió todo.

¿Es una manera de democratizar el conocimiento? 

Esa sería una de las principales palabras que hay en el camino. Los repositorios se crean para socializar el conocimiento, que todos puedan acceder a la información que se desprende de cada uno de los trabajos.

¿Debe ser un objetivo personal de cada investigador trabajar en ciencia abierta y que no te lean las tres o cuatro revistas de siempre?

Claro. Se trata de una convicción también. En mi caso lo es. Yo estoy convencida, adhiero fervientemente a la ciencia abierta, adhiero al multilingüismo, es decir, no publicar en inglés sino publicar en tu lengua. Pero no cualquier tema,  sino los que hacen a tu sociedad, con los que le interesan a tu país, a tu institución, que son importantes, ideas que la sociedad necesita que se desarrollen, no en desmedro de temas de ciencia básica o de cosas así, no estoy diciendo eso, que no se malinterprete, porque si vos no avanzas en determinadas cuestiones de ciencias básicas tampoco vas a tener una red de sostén. Pero vos tenés que tener una parte de lo tuyo y en eso creo que la CIC siempre tuvo una fuerte idea de hacer un desarrollo en pos de las necesidades de la Provincia, de pensar la investigación en torno a las necesidades de la Provincia y creo que es necesario retomar y sostener ese liderazgo a nivel provincial. Soy una fervorosa y entusiasta de la ciencia abierta y de la compartición social y bueno, no podría publicar de otra manera. No creo que haya que pagar nada de nada, creo que eran viejas prácticas de cuando el área de escribir un manuscrito estaba completamente aislada de la difusión y de la publicación de las obras.

Por Mariana Hidalgo / Alejandro Armentia